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El siglo de la UNAM

domingo 26 de septiembre de 2010, 19:54h

En estos días se está cumpliendo el centenario de la fundación de la Universidad Nacional, una efeméride tan importante como las otras que estamos celebrando, porque esta institución recogió los idearios de las grandes gestas y ha significado la gran oportunidad de educación superior para millones de jóvenes, sin importar su origen social, situación económica, género, ideología o religión.

De esos cien años, casi la mitad he estado en ella. He sido y sigo siendo hasta el día de hoy su estudiante, su investigadora, su profesora y su asidua asistente a las actividades que ofrece. Y todo ello siempre desde las filas de su sociedad civil, nunca con cargos o puestos de poder. Esta es la perspectiva privilegiada desde la cual miro y pienso a la UNAM.

A lo largo de estos años la he visto crecer y cambiar, tener nuevas prioridades y apreciar distintos perfiles de académicos y de funcionarios. He visto también las transformaciones de su relación con la sociedad mexicana, el subir y bajar de su prestigio según los momentos por los que atraviese el país y según el trato de los gobernantes en turno. Me han tocado tiempos en que la han respetado y querido y otros en que la han atacado o incluso olvidado.

Pero siempre, pase lo que pase, la he visto cumplir con sus tareas, por igual en tiempos tranquilos que en los agitados, en tiempos de flujo fuerte de dinero que en los de apretar el cinturón, en tiempos cuando no había mediciones internacionales que en los de hoy, cuando hay rankings y premios.

Viví la euforia y la represión del 68 y los años de la transición a la democracia. Viví la larga huelga del 99 y la parálisis que ocasionó, tan grave que algún colega hasta afirmó que la institución estaba muerta y que jamás volvería a levantar cabeza.

Compartí su fe en la Revolución Cubana y su generosidad cuando llegaron a México quienes huían de las represiones en el Cono Sur. Me uní a su solidaridad cuando los temblores del 85 y participo hoy de la obsesión mediática que es la moda del día. Experimenté la guía de nueve rectores con ideas y formas diferentes de hacer las cosas, el nacimiento del Conacyt y la conversión de la institución de centro de excelencia humanística de donde surgieron los pensadores más importantes que ha tenido México a una institución cuya preocupación central es el desarrollo científico y tecnológico y que pretende medir y cuantificar la productividad.

Y en todo este trayecto, además de ocuparse de transmitir el conocimiento a las generaciones futuras, con la virtud agregada de que también adquieren conciencia social e idea de justicia, la Universidad ha sido el lugar en el que se genera la mejor (cuando no la única) investigación del país en todos los campos de las ciencias exactas, de la salud, ingenieriles, sociales, humanísticas y artísticas, así como el lugar del más amplio rango de ofertas del saber: clases de cualquier cosa que a uno se le pueda ocurrir, publicaciones, laboratorios, bibliotecas, museos, cines, conferencias, radio y televisión, teatro y música, deporte, actividades extramuros, grupos de estudio. En sus recintos se escucha y ve a lo más significativo del quehacer de los científicos, intelectuales y artistas del país y del mundo y sus viveros y campus en la capital y en otros estados del país son oasis de verdor y belleza, excepcionales también para pasear y hacer ejercicio.

Por supuesto, todo es perfectible. Y, por supuesto, hay acciones y criterios y formas de usar el poder que son criticables y parte de nuestra obligación como universitarios, es decir en voz alta lo que falta y lo que está mal, pues eso precisamente es lo que aprendimos a hacer en la Universidad. Yo lo he hecho repetidas veces en este y otros espacios que generosamente me acogen. Pero no ahora, porque hoy estamos de fiesta, una fiesta para todos aquellos que orgullosamente llevamos puesta la camiseta Puma y también para todos aquellos que, aun sin ser de la UNAM, aprecian lo que ella significa como institución: laica, inclusiva, abierta, con compromiso y con ideales éticos, un lugar de libertad y de conciencia crítica.

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Escritora e investigadora en la UNAM

Opinión extraída del Periódico El Universal 26/09/10

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