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"Esos morritos" y esa hipocresía

lunes 25 de octubre de 2010, 12:54h

¿Cuántos hombres no piensan lo mismo, o algo parecido, que el bocazas alcalde popular de Valladolid? ¡Pecado de pensamiento! Pero, sobretodo, de palabra. El mandatario vallisoletano se ha ido de la lengua al referirse a la atractiva ministra Pajín, cuyo apellido también tiene su aquél.

“Cada vez que le veo la cara. dijo entre otras cosas el denostado alcalde Javier León de la Riva, y esos morritos pienso en lo mismo, que no diré aquí” (en la radio). Palabras más que suficientes, sin duda, para ser quemado en la hoguera pública, como a los herejes de las novelas del también vallisoletano Delibes.

Ante la gran protesta nacional levantada, y orquestada por la batuta de Pepe Blanco, que ha calificado aquellas expresiones de “machistas, intolerables y repugnantes”, el ministro socialista ha exigido al lenguaraz alcalde popular una total rectificación y a su jefe de partido, Mariano Rajoy, “una inmediata y contundente actuación”, que seguro querrá decir destitución.

Las aguas bajan turbias para ese León vallisoletano, que de pronto se ha convertido en el personaje nacional de estos días, como si no hubiera más problemas ni cosas que hacer. Y en un gran dardo contra el principal partido de la oposición, que ya le ha recriminado rápidamente su desliz y mal gusto, lo que aquel, como reparación. ha reconocido como “metedura de pata” y “exceso verbal”, al tiempo que intentaba excusarse personalmente con Leire Pajín, que se hecho la escurridiza.

Meterse con la figura de una persona, hombre o mujer, para desacreditarla es inadmisible especialmente en política. Por más que una ministra pueda haber recurrido a diversos liftings para ponerse al día y más atractiva, como dan que pensar unas fotografias de la señora Pajín, correspondientes a diferentes fechas, reproducidas en la prensa esos días. Esto no se dice, señor alcalde.

A usted, a estas alturas del siglo XXI, no se le pueda llevar a la hoguera de la Inquisición, por lo que piensa, pero el clamor nacional parece que exige su quema pública por sus palabras, que quizás querían ser graciosas, al estilo de Alfonso Guerra, pero son inadmisibles.

Usted puede pensar lo que quiera, pero si lo dice, allá usted, desde lo políticamente correcto, se le condenará de inmediato a la hoguera. Por más que lo piensen, o algo similar, muchísimos más ciudadanos que usted. Otra hipocresía.

Tanto impune derroche sensual y sexual en todas las pantallas, pantallitas, páginas y rincones de toda la vida pública, ¿no es acaso sexismo?

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