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La guerra de los apellidos

La guerra de los apellidos

sábado 06 de noviembre de 2010, 09:44h

Cuando aún no se ha apagado la controversia suscitada por el veto del Gobierno a algunas enmiendas de los presupuestos ha estallado "otra guerra", llamada de los apellidos. El PP vuelve a enfrentarse a una iniciativa del Gobierno, lo que ya es escasa sorpresa. A algunos la cuestión les trae sin cuidado, a otros les provoca curiosidad y no faltan los apasionados y beligerantes a favor o en contra de esa idea del Gobierno que se ha divulgado en las últimas horas de extender su política de igualdad incluso a la filiación de las personas. Eso sí, la idea se ha encontrado con el rechazo de buena parte de los grupos de la oposición, particularmente el PP, que coinciden en que se trata de una reforma residual e innecesaria, que pudiera conllevar la desaparición de los apellidos que empiecen por las últimas letras del alfabeto. Para el PP es, además, una cortina de humo que trata de distraer de asuntos más graves y urgentes. En síntesis, la nueva reforma del registro civil propone que, como hasta ahora, los padres elijan el orden de los apellidos de sus hijos. Sin embargo, si no hay acuerdo, la modificación establece que deje de prevalecer la identificación paterna sobre la materna. En aquellos casos -cabe suponer que extraordinarios- en los que los progenitores no logren pactar la posición de los apellidos del bebé, el orden alfabético determinará cuál figura en primer lugar.

   El Ejecutivo y el PSOE defienden el cambio con el argumento de que supone una conquista social y jurídica armónica con el principio de igualdad. El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, se mostró convencido de que servirá para *hacer valer la igualdad que establece el artículo 14 de la Constitución, aunque puntualizó que sólo se recurrirá al abecedario en los *casos excepcionales* en los que no haya acuerdo o no se haga constar el orden de los apellidos en la solicitud de inscripción. *Creemos que proponemos algo muy razonable al afirmar la libertad de los padres. En segundo lugar, si ellos no ejercen esta libertad, reforzamos el principio de igualdad entre el hombre y la mujer en la aplicación de la ley*, resumió, a su vez, el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso.

   Hay una casuística considerable y variada. Poco menos que interminable. En el caso de que sólo exista un progenitor, porque la madre o el padre hayan recurrido a la adopción o a la inseminación artificial, el hijo llevará los dos apellidos de éste, en el orden que quiera. Cabe recordar que ya hace cinco años se derogó la obligación para madres y padres solteros de hacer constar el nombre de su pareja, lo cual les forzaba a inventárselo. Ahora ya pueden dejar esta casilla en blanco. Por último, si el menor ha sido abandonado, el proyecto prevé que se haga constar un nombre y dos apellidos de uso corriente con el fin de identificar al niño, tal como marca la ONU, que establece que todos los menores tienen derecho a un nombre.

   El proyecto fue aprobado por el Consejo de Ministros el 23 de julio, si bien en aquel momento el Ministerio de Justicia no publicitó los cambios introducidos en la filiación y se centró en lo más novedoso de la norma: que dejarán de expedirse los tradicionales libros de familia, sustituidos por certificaciones registrales personales a las que se tendrá acceso a través de Internet. Ahora mismo, el proyecto está en fase de enmiendas en el Congreso y todavía no ha sido debatido en la Comisión de Justicia. Sin embargo, parece difícil que consiga el consenso alcanzado en 1999 para que los padres pudieran elegir el orden de los apellidos. De entrada, Mariano Rajoy ya anunció que "dará la batalla" contra el fin de la primacía paterna, mientras que la portavoz popular en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, señaló que es un tema que no preocupa a los españoles. El PP recordó que a partir de los 18 años cualquier español puede alterar el orden de sus apellidos.

   La izquierda tampoco aplaudió una reforma que, en opinión de Gaspar Llamazares, puede conllevar "consecuencias chuscas, como que desaparezcan determinados apellidos" que comiencen con las últimas letras del abecedario. "No tenemos problema con que se abra el debate pero es una preocupación menor", añadió el diputado de IU. CiU, ERC y PNV coincidieron en que se trata de una modificación "residual" e incluso irrelevante. Los convergentes no se opondrán, si bien abogaron por que se busque el consenso, mientras que el PNV considera que, en caso de conflicto, debería resolver el problema un juez o un mediador en lugar de un sistema aleatorio como el orden alfabético.

   En fin, organizaciones conservadoras de defensa de la familia como el Foro de la Familia o Hazte Oír, no quisieron entrar a evaluar un cambio legislativo que, según su opinión, tan solo tendría que aplicarse en casos anecdóticos. Parece evidente que incluso las reformas a primera vista más sencillas e irrelevantes pueden encerrar aspectos inimaginables y "tramposos", que llegar a resultar crispantes para algunos ciudadanos... Toda una nueva guerra PSOE-PP.

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