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Bolivia–Lula–Dilma Rousseff

Bolivia–Lula–Dilma Rousseff

viernes 12 de noviembre de 2010, 00:08h
Nuestro romance energético con Brasil se inicio con entusiasmo con el predecesor de Lula, F.E. Cardozo. Con la llegada de Lula al poder, cambió de estilo. El primer año de ese gobierno fue de una reacción de fría indiferencia a las compras de gas. Petrobras, arrastrando sus pies, ha incumplido la cláusula de compra obligada. Ha pagado por un año y el otro está prudentemente olvidado por las partes.

El romance casi se convirtió en un amargo matrimonio al borde del divorcio por el estilo de la llamada nacionalización de los hidrocarburos. Lula tuvo que tragar muchos sapos en su política interna por no tomar acciones más duras y terminantes frente a las declaraciones de los funcionarios del Gobierno boliviano. Los geoestrategas nacionales interpretaron, erróneamente, como una demostración de que Brasil no podía prescindir del gas boliviano. Petrobras se encargó de disipar esa impresión. En un poco más de un año, logró tener instalaciones para recibir por barco LNG la misma cantidad contratada a Bolivia. Esas costosas instalaciones se utilizan ocasionalmente pero ahí están.

Se inició una interminable negociación por el pago de los licuables en el gas. El problema fue mal planteado por Bolivia. El precio no era lo más importante. Lo medular era modificar las especificaciones del contrato del gas (GSA) para que los licuables puedan ser utilizados en petroquímica. El acuerdo al que se llegó mediante el IV adendum al contrato (GSA) ratifica la compra del gas con todos sus licuables, pagándose un bono cada año.

En esta forma, la posibilidad de construir una planta petroquímica en la frontera queda eliminada. Braskem, la mayor empresa petroquímica del continente que planeaba esa industria en Puerto Suárez, discreta y silenciosamente trasladó esos planes a México y Venezuela.

Finalmente, este año, el último del gobierno de Lula, Petrobras anuncia estar iniciando los trámites para instalar una planta de fertilizantes (amoniaco–urea) cerca de la frontera, utilizando gas boliviano como materia prima y abastecer el mercado de Matto Groso del Sur que es el único al cual podrían llegar competitivamente fertilizantes elaborados en Bolivia.

Lo destacable es que en todo ese proceso de deterioro de nuestro romance energético con el Brasil, la señora Rousseff ha estado totalmente involucrada, primero en su condición de ministra de Energía y después de ministra de la Presidencia. Personalmente fue la portadora de la primera propuesta brasileña para que construyamos tres presas en el río Madera, dos en Brasil y una en Bolivia, todas con esclusas que permitan navegar hasta el Atlántico. Iniciativa que no mereció ninguna reacción del Gobierno de Sánchez de Lozada, ignorada en los gobiernos de Mesa y Rodríguez Veltzé y rechazada por el actual presidente Morales Ayma con la ilusa pretensión de que Brasil desista de esos planes. Bueno, las dos presas en el lado brasileño están en construcción y no contemplan esclusas para facilitar la navegación.

En resumen: las compras de gas se realizan en volúmenes muy cercanos a la compra obligada. Brasil cuenta con instalaciones para prescindir de gas boliviano si fuera necesario y finalmente que la posibilidad de industrializar ese gas en plásticos y fertilizantes en Bolivia ha quedado eliminada.

La herencia de Lula para Bolivia es muy triste y ése es el factor a utilizar en nuestro favor a raíz del cambio de Gobierno. Estamos a tiempo de que Petrobras desista de su empeño de construir una planta de fertilizantes en Tres Lagunas para el mercado de Matto Groso y que instalemos una planta binacional en Puerto Suárez, donde contaría con todos los beneficios de nuestra ley, entre ellos el gas a mitad de precio. Cooperación mutua. Precio barato para poder contar con un gran mercado que permita instalar una o varias plantas de dimensiones competitivas internacionales.

Brasil, bajo el mando de la Sra. Rousseff, no debería asumir su rol en los BRIC de este siglo, teniendo a dos países vecinos pequeños, dolidos por el trato brasileño de su mayor fuente de ingresos, Paraguay por Itaipú y Bolivia por el gas.

Ingeniero petrolero


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