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Hacia el final de ETA

lunes 20 de diciembre de 2010, 08:08h
Al cumplirse diez años del asesinato, en Barcelona, del policía municipal José Miguel Gervilla Valladolid y del político socialista Ernest Lluch, esta mañana los hemos recordado  (a ellos y a todas las víctimas de los terroristas etarras) en un acto muy emotivo, que fue un clamor tan silencioso como elocuente contra la pandilla de matones. Una mafia que, al parecer, prepara un comunicado para los próximos días en que podría declarar que abandona definitivamente las armas. Hay que esperar a que hagan público el documento, a leer el texto y, sobre todo, a analizar si se trata de una nueva trampa o, en esta ocasión, la intención de acabar con más de medio siglo de horrores es una propuesta sincera. Tanto desde el Gobierno como desde los partidos políticos vascos hay cierta expectación sobre la decisión que pueda tomar ETA, pero también hay muchos recelos para no tropezar ingenuamente dos y hasta mil veces en la misma piedra… Y, además, se sospecha con fundamento de que se pueda tratar de una maniobra para facilitar que la izquierda abertzale se pueda inscribir nuevamente en el registro del ministerio del Interior para presentarse a las elecciones municipales del próximo mayo.
  
Como les comentaba, hoy hemos descubierto una placa en el distrito de Les Corts en memoria del policía municipal José Miguel Revilla, asesinado por un comando etarra que se dirigía al domicilio de quien les habla con la intención de quitarme la vida. El vehículo de los etarras se averió, el agente Gervilla acudió a prestarles auxilio, y lo asesinaron quizá porque a los terroristas no les gusta ni ser auxiliados ni mucho menos que les hagan preguntas. Y, al mismo tiempo que rendíamos homenaje al agente Gervilla y al político y catedrático Ernest Lluch, ambos asesinados hace diez años, recordamos a todas las víctimas de los etarras, a sus familiares, a sus viudas, a sus huérfanos, a esa España sufriente a la que le han segado un millar de vidas, y millones de ilusiones y de esperanzas.
    
Ojalá se confirme que ETA está dispuesta a rendirse, a disolverse, a abandonar para siempre la extorsión, el chantaje, el asesinato. El anuncio convertiría estas próximas Navidades en una fecha inolvidable. Pero, si ese anuncio no se produce con absoluta garantía de que no se trate de una nueva broma macabra, la lucha contra ETA continúa hasta que el último mafioso sea llevado ante la Justicia y dé con sus huesos en la cárcel. Es algo que, aún ante lo irremediable, la Democracia les debe a los familiares de José Miguel Gervilla, de Ernest Lluch, de todas las víctimas.  Algún día tiene que llegar el final de ETA, y ojalá sea hoy mismo.



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