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La congresista estadounidense Gabrielle Giffords sufrió lo que sus doctores llamaron el domingo una "herida devastadora" en su cerebro tras un disparo a quemarropa, aunque la trayectoria relativamente benigna de la bala es un buen augurio para su recuperación.
Para los médicos del University Medical Center en Tucson, el hecho de que la bala no atravesó de un hemisferio al otro ni el centro del cerebro fue crucial para la "preservación" neurológica de Giffords antes de la cirugía de dos horas el sábado.
"Debido a eso, la congresista Giffords es capaz de comunicarse con nosotros siguiendo indicaciones simples", dijo el doctor Michael Lemole, jefe de neurocirugía.
Un sospechoso, identificado como Jared Lee Loughner, abrió fuego con una pistola semiautomática en una reunión encabezada por Giffords a las afueras de un supermercado el sábado en Tucson, matando a seis personas, entre ellas una niña de 9 años. Otras 14 personas resultaron heridas.
Giffords, una legisladora demócrata de 40 años, no tuvo una severa hemorragia en el cerebro ni grandes secciones de tejido cerebral debilitadas, afirmó Lemole. Pero los doctores insistieron que igualmente sufrió una lesión brutal.
"Esta no fue una pequeña herida en el cerebro. Esta fue una herida devastadora que viajó por todo el largo del cerebro en el lado izquierdo", dijo el doctor Peter Rhee, director de traumatología del centro médico.
La bala pareció haber entrado por la nuca y haber salido por la ceja de Giffords, agregó.
Un día después del tiroteo, Giffords sigue en condición crítica en la unidad de cuidados intensivos con la mitad de su cráneo removido para permitir que el cerebro se hinche. Rhee dijo que la tumefacción era su mayor amenaza.
Ella no puede abrir sus ojos ni hablar porque está conectada a un ventilador, pero puede apretar una mano y mover sus dedos, señalaron los doctores.
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