www.diariocritico.com
Rebeliones distintas con denominador común

Rebeliones distintas con denominador común

domingo 20 de febrero de 2011, 01:07h

La ola de protestas y violencias desencadenada en buena parte del mundo islámico carece de denominador político común, porque si bien desde Túnez y Egipto hasta Irán y el Yemen, pasando por Argelia, Jordania, Libia, Bahrein e Irak, el pueblo se ha rebelado contra los Gobiernos locales, la casuística de cada una de las crisis en cuestión es bien distinta. Con una excepción: en todas estas naciones mandan regímenes dictatoriales que llevan decenios en el poder. Los dirigentes y los hombres fuertes de cada uno de estos países son ancianos y las estructuras de poder que erigieron en su día para gobernar son caducas de puro anacrónicas. Los dirigentes y sus modelos de poder ya no tienen nada que ver con la realidad social de sus respectivos países.

Pero a partir de aquí cada crisis tiene su propia historia. En Túnez y en Egipto estallaron los conflictos porque los respectivos dirigentes autocráticos -Ben Ali y Mubarak, respectivamente- habían perdido el sentido de la realidad y se habían enfrentado al alto mando del ejército, su principalísimo aliado.

En Túnez, el choque entre presidente y ejército se venía gestando desde hace tiempo porque la codicia de la familia del presidente había transformado prácticamente a la república en un monopolio económico. Cuando a la desesperación popular por la falta de perspectivas económicas se sumó la indignación de los militares apartados del pesebre de las finanzas públicas, la revolución quedó servida. Y triunfó porque el presidente se había quedado sin baza: no tenía ni la confianza del pueblo ni las bayonetas del ejército.

La sedición egipcia no fue tanto culpa del presidente Hosni Mubarak, como de su hijo Gamal, al que Hosni había previsto como sucesor. Y los Mubarak, cegados por los treinta años largos en el poder, menospreciaron al generalato. Gamal había anunciado que una vez en posesión de la presidencia emprendería una modernización radical de la economía, con grandes privatizaciones de empresas estatales y para estatales. Y entre estas, uno de los sectores más importantes era el de las empresas de servicios y mantenimientos militares que había creado los generales a los largo un cuarto de siglo para quedarse con un gran tajada de los miltrescientos millones de dólares anuales que Estados Unidos les enviaban como subsidios militares, además de otros 500 millones de ayuda al desarrollo para mantener a Egipto en la órbita política de la Casa Blanca.

La respuesta militar a los planes de Gamal Mubarak ya la hemos visto. Los generales se han hecho descaradamente con un poder que ejercen ininterrumpidamente desde la Edad Media.

El problema libio es que tras cuatro decenios de pode dictatorial, Gaddafi sigue sin haber unido a los tres mundos arropados bajo la bandera libia. Y ahora que está viejo y debilitado su aparato de represión, las otras dos Libias se alzan contra él.

En el Yemen, el país más pobre del mundo árabe, la estructura tribal de la sociedad solo pudo soportar un Gobierno 'dictatorial moderno' el tiempo que quiso el Gobierno saudita. En Bahrein, la administración patrimonial del país que hace la familia real sunita, ignorando a la mayoría chiíta tenía que acabar en una sublevación en cuanto la economía nacional se tambalease. Y para acabar, en el Irán, el monopolio del poder y de los negocios controlados por la fracción de los ayatolás aliada a los Guardianes de la Revolución ha desembocado en una alianza en contra suya de la clase media y la juventud urbana, a los que se han unido los no pocos dirigente que se han visto excluidos del poder -y del negocio-.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios