Nadie va a hablar de elefantes mediáticos, ni de figuras televisivas que están de vuelta de todo. Nos dirían algunos que ostentamos un gran nivel de envidia profesional o que estaríamos cayendo en la exageración. No hace falta ofender a nadie para argumentar que lo que está sucediendo en algunos medios a nivel de ética periodística es más que preocupante. Hablamos, cómo no, de algo que ya denunciamos aquí la semana pasada y que ha sido también muy criticado a nivel general en la prensa: los métodos empleados por
Ana Rosa Quintana en su programa cuando consiguió una
forzada entrevista a Isabel García, la mujer de
Santiago del Valle, presunto asesino de la niña onubense
Mari Luz.
Esa más que polémica entrevista ha tenido pocos defensores, pero le ha salido una de primera fila:
Mercedes Milá, antaño muy respetada en el gremio y ahora muy denostada por su década de apoyo al proyecto '
Gran Hermano'. Ese programa, en sus inicios, podía tener una razón de ser, que era un puro experimento televisivo con tintes sociológicos. Pero hace muchos años que se convirtió en un espacio de telebasura cuestionado por (casi) todos. Y ahora, Milá, en esa cumbre profesional, en ese podio periodístico, se jacta de los método de Quintana:
"No veo ni un sólo resquicio en todo este asunto que pueda ser cuestionado. El periodismo es esto. Mando desde aquí, públicamente, lo que ya he hecho en privado: mi apoyo y mi felicitación a Ana Rosa y todo su equipo", ha dicho la presentadora. Con defensores como ella... ¿quién necesita enemigos?
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