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Desafíos de la intervención

domingo 20 de marzo de 2011, 14:21h
¡Por fín! Comenzó la intervención militar en Libia para hacer cumplir la resolución 1973 de Naciones Unidas que establece una zona de exclusión aérea con el objetivo prioritario de proteger a los civiles libios y evitar los ataques indiscriminados de las milicias de Gadafi. La intervención se ha retrasado en exceso y ha llegado en un momento de especial debilidad de los rebeldes que han ido cediendo terreno ante el empuje y la superioridad militar y económica del régimen del coronel Gadafi. Sólo quedaba Bengasi y Misrata en manos de los rebeldes que ahora tendrán que demostrar si están preparados para derrotar al dictador. No va a ser sencillo porque no tienen ni las armas ni la organización necesarias para poder lograrlo. Es un gran desafío para la coalición encabezada por Francia, Reino Unido y Estados Unidos que los rebeldes puedan, sepan y consigan aprovechar la intervención militar. Confían en que muchos jefes militares, que ahora son leales a Gadafi, se cambien de bando, y además, los dirigentes de las tribus. La resolución de la ONU, y el presidente Obama lo ha reconfirmado desde Brasil, excluye el despliegue de tropas sobre el terreno por lo que todo va a depender de la fortaleza del movimiento opositor que tendrá que demostrar que es capaz de alcanzar el poder para emprender una senda de democracia y libertad después de 42 años de dictadura de Gadafi. Las manifestaciones apocalípticas del dictador libio hay que situarlas en su contexto y no despreciarlas porque ya demostró en el pasado decisión y capacidad para realizar atentados terroristas indiscriminados como el derribo de un avión comercial sobre Lockerbie con 270 muertos. Habrá que tener especial cuidado en neutralizar los depósitos de armas químicas y rastrear posibles comandos terroristas desplegados en Europa. Son amenazas que ya están contempladas por las fuerzas aliadas y que representan otro de los desafíos de la operación Odisea del amanecer. El más inmediato es el de la imagen porque habrá acusaciones de bajas civiles por los ataques aliados. Los famosos daños colaterales que pueden poner en contra a las propias opiniones públicas. Francia ha logrado su objetivo de liderar la iniciativa internacional y se vanagloria de que uno de sus aviones fue el primero en abrir fuego y destruir un blindado libio. Esperemos que el presidente Sarkozy demuestre que detrás de este afán contra Gadafi no sólo está el ansia de revancha por las acusaciones del dictador o el protagonismo internacional que tanto busca en sus acciones políticas de cara a mejorar su popularidad para las elecciones del año que viene. Cuando se inicia una intervención militar hay que haber evaluado convenientemente qué se persigue y qué paz se pretende después. La superioridad militar es evidente y, por muchas fanfarronadas que diga Gadafi, la victoria militar está más que garantizada pero eso no es lo más trascendente, siendo imprescindible para el futuro de los rebeldes libios, sino que el día después esté pensado y ponderado. No queremos más fiascos como Irak o Afganistán donde algunos políticos norteamericanos dieron por hecho que la victoria militar era más que suficiente y el tiempo demostró que con las armas sólo no basta, hay que tener previsto el día después. Del coste de la operación habrá que hablar después, pero todos consideran que se pagará con los petrodólares del nuevo gobierno libio, si los rebeldes son capaces de descabalgar a Gadafi. Todo sobre Libia>>
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