Arabia y la fronda islámica

La matanza de manifestantes registrada el pasado fin de semana en la capital yemení -Sanaa- tiene una doble explicación: la local y la saudí. La primera es evidente, casi tradicional: el país está regido desde hace 32 años con mano de hierro por el presidente Salih. La violencia ha sido la baza fundamental del presidente para gobernar ante la desunión de las tribus y la estructura social primitiva de una nación atrasada, pobre y destrozada física y moralmente por la adicción al kat, una planta de efectos estupefacientes. La segunda explicación también es tradicional. El Yemen, en especial el del Norte, es una pieza clave en el cinturón de seguridad política y militar que ha erigido Arabia Saudita a lo largo de sus fronteras meridional y oriental. Y en el avispero tribal yemení, los saudíes apostaron por Salih porque parecía el más fuerte de los muchos líderes locales del país. Pero ahora, al estallar en Túnez y Egipto la ola de sublevaciones islámicas, el Gobierno de Riad ha llegado a la conclusión de que los regímenes amigos que se hallan en el poder únicamente por la fuerza han de seguir por el momento pese a carecer de un apoyo mayoritario, para evitar que el entusiasmo revolucionario provocado por el éxito de las sublevaciones tunecina y egipcia contagie también a la población saudí. En realidad, la decisión es obligada. Y es que en las sociedades sin estructuras ni hábitos democráticos, el diálogo político es excepcional y de desenlace totalmente imprevisible. Pero, sobre todo, para el Gobierno de Riad la construcción de un cinturón de seguridad se hizo para combatir los peligros en sus inicios y antes de que se acerquen al territorio patrio. Y en estos momentos de fronda generalizada, ahora se da el momento de no retorno. Arabia Saudí no puede seguir de espectador de las efervescencias periféricas.. Y como el arma tradicional de los saudíes en la política árabe -el dinero- les ha fallado en las últimas semanas, en Riad han optado por ayudar directa e indirectamente con las armas a los Gobiernos autocráticos amigos.