El hurón: Gumersindo. Caras repetidas

                                               Hoy me voy a poner las botas. El jefe me ha dejado solito frente al peligro y quiero contarles que, en el Ala Oeste y aledaños del Colegio de La Asunción, no la hinca ni Dios. Los que mandan han entrado en trance, con esto de las elecciones, y no quieren saber nada que no sean encuestas y chismes relacionados con la cosa. Y yo me pregunto: ¿Por qué coño no se toman dos meses sin sueldo para dedicarse a cocinar listas, si, al fin y al cabo son ellos los grandes beneficiarios? Pues no, aprovechan la pasta oficial para cocinar la ensalada que se van a comer los próximos cuatro años. Pero bueno, a lo que iba, todo parado. Únicamente los curritos son los encargados de sacar adelante los papeles y responder a los teléfonos. Así nos va. Le voy a pedir a mi jefe otro trabajo, porque esto es muy aburrido: las mismas caras, las mismas promesas, los mismos discursos… ¿Se imaginan que en el Real Madrid jugaran todavía Amancio, Di Stéfano y Gento? Pues aquí, ni banquillo, ni fichajes, ni emoción. Siempre las mismas caras. Una preguntita para mis amigos: ¿Es cierto que los ordenadores de la Junta tienen alas? Yo no me lo creo, pero un buen amigo me asegura que él los ha visto volar. Agradecería que alguien me enviara una foto de estos curiosos objetos voladores. De los del pienso, de pensar, les hablaré otro día. Oportuno cambio a expertos. “Pensar, decía Antonio Machado, es andar de calle en calle, hasta que nos encontremos en un callejón si salida. Entonces pensamos que la gracia estaría en salir de allí y buscar la puerta que da al campo”. A los expertos (antaño pensadores), mucha suerte, que buena falta les hace a ellos y a los que ponen el pienso. Gumersindo, el hurón.