Un mes y un día

En el ‘no’ a la guerra contra Gadafi coinciden, mire usted por dónde, José María Aznar (un poco crítico) y Gaspar Llamazares (mucho). A los demás nos gusta poco la guerra, pero la admitimos, en ciertos casos, como mal menor: evita genocidios. Ocurre que la violencia contra el tirano puede estar justificada cuando es proporcionada, eficaz e internacionalmente consensuada. Me parece que está faltando el segundo ingrediente, y eso explica que el sátrapa haya logrado mantener el tipo durante un mes y un día. Menos mal que el núcleo duro de los aliados ya ha llegado a la conclusión de que, con gente como Muamar el Gadafi, un tipo inclasificable que –en eso tenía razón Aznar—gozó del beneplácito cómplice y cobarde de Occidente, no se puede mantener una línea de diálogo: hay que acabar con él, por duro que suene. Tengo la impresión de que esta vacilante ONU, esta internacionalmente enclenque UE, esta Norteamérica ensimismada con sus problemas internos, incluso esta España siempre –Chacón no está dando la talla…o no la dejan crecer sus propios colaboradores—en segunda fila, han empezado a reflexionar: delenda. Gadafi no puede, simplemente no puede, ganar. Luego no queda más remedio que acabar con él, sin que valgan de nada las excursiones a Trípoli de bienintencionados líderes africanos en busca de un compromiso de paz. Eso ya es imposible. Hasta Carme Chacón lo sabe, aunque no lo diga –pero ¿quién lleva la comunicación a esta posible candidata?--  claramente.