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Viva la Constitución, cuando se cumpla

martes 05 de diciembre de 2006, 10:11h
El 6 de diciembre de 1978, la mayoría de los españoles convocados en referéndum dio el sí a su Carta Magna, aprobada en Congreso de los Diputados y en el  Senado, pocas semanas antes, el 31 de octubre. Dejábamos atrás muchos años, demasiados, en los que la libertad era una quimera y la única posibilidad de elección era entre el silencio ante la barbarie o ponerse del lado de los que estaban en contra del dictador Francisco Franco, que se subió a los lomos de la piel de toro durante 40 años para patear nuestros derechos, y a cualquiera que se pusiera delante, antes de terminar caído por una grúa, junto al pedestal y al caballo, en una entrada de un ministerio. Murió en la cama en 1975, su estatua cayó hace muy poco tiempo y todavía hay algunos interesados en recordar a tan siniestro y malévolo personaje.

Entre su muerte y la aprobación de la Constitución se produjeron momentos trágicos, relativamente normales en etapas de transición. Los que no votamos en aquel referéndum -no nos gustaba lo que nos ofrecían, queríamos más- contemplamos ahora, casi 30 años después, como, aunque queda sin resolver la participación de la ciudadanía en la elección del Jefe del Estado, nos hemos dotado de un instrumento que sobre el papel habla de derechos y deberes que en la práctica no siempre son tales.

Los recogidos en los múltiples artículos de la Carta Magna merecen la respuesta de ¡Viva la Constitución¡, pero cuando nos ponemos a leer lo que se dice en cada apartado,  para compararlo con la realidad cotidiana, entran ganar de añadir viva la Constitución, pero sólo cuando se cumple lo que aparece en el texto. Estos próximos días veremos innumerables actos conmemorativos de la Carta Magna, que a los ojos de muchos de los que nos hablan desde la oficialidad de sus cargos parece un documento sagrado e intocable, cuando no es más un escrito con las normas que libremente hemos acordado para la convivencia. Lo que supone que, si mañana acordamos que haya otras reglas,  se cambian las actuales entre todos y a otra cosa, mariposa.

El más madrugador, el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, convocó en el Ayuntamiento de todos los madrileños a un grupo de vecinos para que leyesen el artículo de la Carta Magna que más le viniese en gana. Reunió a muchos, incluidos personajes notables de la política del PSOE y del PP,  y cada uno puso la voz al artículo preferido. Unos hablaron de la bandera, de la unidad nacional  o  de que los partidos deben regirse por normas democráticas, y otros de que todos somos iguales ante la ley,  y de tantas cosas como la vivienda,  que aparece en el texto sagrado, pero en la realidad  si no ganas suficiente para pagarte la casa, con tanta mordida político/empresarial añadida, tienes que quedarte en el piso de mamá, papá o intentar vivir en una infravivienda a precio de apartamento. Que se cumpla lo escrito y que lo redactado que necesita actualización que se cambien cuanto antes. Que viva la Constitución,  pero que viva más cerca de todos nosotros.
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