La princesa que se comió un sapo

No hace falta ser Cal Lightman, el agudo investigador de Lie to me, ni Haggard e Isaacs, los descubridores de las microexpresiones faciales en 1966 para darse cuenta de que la ministra Chacón nos estaba diciendo en la rueda de prensa todo lo que no piensa. Apareció resollando como si los alveolos se le hubieran cerrado y no tuviera a mano el Ventolín, con unas ojeras marcadas hasta la pituitaria y un temblor de las comisuras que delataba la rabia a punto de desbordar la presa pétrea de sus huesos faciales. Sus palabras decían sí, pero la gestual de la cabeza negaba y ya sabemos que eso es mala señal. El pulgar de la mano derecha rozaba compulsivamente la mesa y los ojos aparecían velados, lejos de la sede de Ferraz. Mentir en un político es el más esencial de sus aperos de labranza. A Chacón hoy le ha tocado mentir y no lo ha hecho bien. A mí Carmeta me gusta, siempre lo he dicho, y creo que será una buena presidenta. Que no sepa mentir es un punto a su favor. Compárese con la ministra Coral Bistuer que miente con delicioso acento andaluz cada vez que dice una sandez en jominglish o con BB que de tanto decir lo primero que le viene a la cabeza ya ni se sabe cuándo miente. Es fácil ver que los Tres Mosqueteros, Alfredo, Pérez y Rubalcaba, se han plantado y han dicho Aut caesar aut nihil (otra vez el latinajo) y a la chica le han obligado a envainarse la candidatura. ¿Por qué? Me pregunto cual Mourinho. En primer lugar porque el lunes el presi dijo que no habrá más ajustes económicos. Segundo, porque el martes Patxi López dijo que Congreso. Luego, el miércoles por la mañana JLRZ aseguró las primarias y a la hora de comer los mandamases de la CEOE le dijeron a su flamante presidente Juan Rosell que le iban a dar Lastortras como no mejorara la negociación con sindicatos y gobierno. Traduzco: El presi hará más ajustes económicos. Rubalcaba nunca ha visto con buenos ojos unas primarias, menos tras el batacazo del 22M. Hay que neutralizar al presi que se ha empeñado en que haya primarias y obligarle a acelerar los ajustes. Lo primero, llamar a un par de amiguetes que tenemos en la ejecutiva de la CEOE a través de algún fontanero y dejarles caer que el gobierno puede tener algo más de cintura en la negociación. Lo segundo, a través de algún Rodríguez con ascendencia sobre un barón de pata negra, promover el disolvente de las Primarias: un congreso. Agítese bien y sírvase antes de 59 segundos junto con brocheta de periodistas y aceitunas. Un congreso extraordinario supone nuevo secretario general y el lame duck perdería el restito de poder que le queda, el del partido. Su situación se volvería insostenible porque cualquier decisión que tomara como presidente se encontraría con la oposición del secretario general que saliera de ese reflexivo y sesudo Congreso y se vería obligado o a decidir contra el partido o a no tomar las decisiones que debe tomar. Un congreso formalizaría un programa y un proyecto renovados y haría indeseables unas primarias, pues lo sensato sería que el nuevo secretario general fuera también el encargado de defender ante las urnas ese nuevo proyecto. El presi tiene que tomar las decisiones económicas entre hoy y el 1º de julio porque el plazo de convocatoria del Congreso es de 60 días y, si no estoy mal informado, a partir del 5 de julio el congreso ya podría ser convocado de forma ordinaria. Chacón es solo un guijarro en el camino. Además es joven, le queda mucha vida política por delante y el argumento de que está poniendo sus intereses personales por delante de los del partido resulta demasiado pesante en este partido como para soslayarlo. Otra vez será, Carmeta. Alfredo, Pérez y Rubalcaba saldrán como único cartel y secretario general en el congreso. Para entonces los ajustes económicos se habrán implementado y JLRZ disolverá las cámaras y anticipará elecciones habiendo hecho lo que cree que debe hacer y dejándole a APR el camino lo más expedito que en esta tesitura es posible. Esto es estrategia pura y dura, made in APR, y que puede costarle al de la poltrona su tercera derrota. O una victoria pírrica. Veremos pronto cuanto me equivoco.