www.diariocritico.com

El 15-M y la tentación demagógica

viernes 24 de junio de 2011, 08:33h
Fernando Vallespín, un puntal de la ciencia política española, ha hecho su ingreso al selecto club de los pocos ingenuos que no sólo hacemos seguimiento del desarrollo del 15-M como movimiento, sino que también examinamos y comentamos los contenidos de sus propuestas (como en este caso sobre el documento de DRY contra el Pacto del Euro). En este club parece que estamos dispuestos a no escuchar los consejos de observadores experimentados, que nos advierten que del 15-M solo hay que esperar capacidad de protesta y poco más. Bueno, veremos hasta donde nos lleva este exceso de celo analítico. En el comentario de Vallespín (El País, 21/06/11) destacan algunos aspectos importantes que comentaremos en otra oportunidad, pero en relación directa con el desarrollo del 15-M, Vallespín sostiene que una de sus mayores dificultades es de orden conceptual, que podría conducirles a caer “en el dogmatismo de quienes se sienten en posesión de la verdad, la que según ellos alimenta la democracia autentica”. Ya antes Vallespín había confesado que esto es lo que menos le gusta del 15-M, a lo que ahora agrega que adoptar esa posición “equivale en la práctica a no someter estas propuestas a la consideración de los demás, al pluralismo, y a un procedimiento que permita discriminar entre unas y otras para traducirlas en decisiones políticas concretas”. Lo que no explica Vallespín es el efecto político concreto de esa actitud del 15-M. Porque la pregunta que surge de inmediato es si el 15-M sólo rechaza (con dogmatismo) la democracia actual o bien tiene también una propuesta alternativa de sistema político. A primera vista, solo parece lo primero, pero con un poco de atención se puede percibir que también barruntan lo segundo. Y eso es crucial para saber a qué atenerse, sobre todo entre quienes simpatizamos con el movimiento. Uno de los portavoces de DRY, cuando fue preguntado en un programa de televisión (Los Desayunos de TVE) sobre si habían establecido alguna relación con los grandes partidos, respondió rotundamente que eso no era necesario (algo que contradice lo que reclaman en el libro que acaban de editar) porque “el pueblo tiene sus propios canales de expresión y participación”. Más adelante explicaba que esos canales son los referendos, la iniciativa legislativa ciudadana y otros mecanismos dentro del sistema y sus propias formas de organización fuera del mismo. Lo primero que destaca es que no tienen –reiteradamente- ningún reparo a interpretar quien es el pueblo y cuáles son sus cauces de expresión. Y me cuesta trabajo creer que la gente que acude a sus convocatorias no percibe el tremendo tufo a populismo que desprende ese discurso. ¿Sera cierto que la ciudadanía española está tan harta que seguiría cualquier tonada, por populista que fuera? Porque si así fuera sería terrible, como nos ha probado sobradamente la historia. Pero, además, lo que se desprende de este discurso es que “el pueblo” no usaría el mecanismo de la representación, el sufragio, porque no le es propio. De lo cual se deducen dos conclusiones: la primera, que los millones que votaron el 22-M no son pueblo o que quizás son alienígenas bien camuflados. Y la segunda que “el pueblo” debe estar preparando su propio sistema político. ¿En qué consistiría esa nueva organización política del pueblo? Otro promotor de DRY, Marco Terranova, lo explica con algo más de detalle (en el libro digital “Indignados. 15-M”). Bajo el título “El movimiento 15 de mayo: hacia un nuevo proyecto político para el siglo XXI” comienza afirmando: “Si nos detenemos en un movimiento de protesta desapareceremos como el mayo del 68. Si nos convertimos en un partido político haremos el juego al sistema. Pero si construimos una nueva estructura política VENCEREMOS”. Así de rotunda es la cosa. Es decir, que todo se apoya en esa “nueva estructura política”. Veamos en qué consiste. Se trata de una arquitectura cuya construcción tiene dos fases. El propósito final (de la segunda fase) es dar “un paso atrevido, que nadie ha dado aún y entre todos construimos esa estructura Asamblearia, horizontal, no jerarquizada, cercana al ciudadano, limpia y donde exista una profunda y fuerte participación (necesario para evitar el sectarismo y los grupos de individuos que aspiran a su interés personal por encima del general), entonces alcanzaremos el éxito ya que en un futuro podemos aspirar a que nuestras Asambleas elijan a nuestros representantes rompiendo así el círculo vicioso que suponen los partidos políticos, ya que su naturaleza es oscura, negativa y antidemocrática”. Para llegar a esa estructura hay que atravesar toda una primera fase (que reconoce será larga) de construir Asambleas en cada barrio y en cada ciudad, para “una vez construida la red de Asambleas y una vez que la cultura asamblearia y de democracia directa esté inculcada en la mayoría de los españoles podemos aspirar a proyectar nuestras demandas por medio de la toma del poder político local y nacional”. No hay que asustarse, esa toma del poder no es violenta sino electoral: se trata de que las Asambleas elijan a nuestros representantes “en las elecciones, pero que sea (la estructura)  más fuerte y poderosa que los partidos políticos”. No está muy claro si esos representantes se reunirían en un Parlamento semejante al actual o más bien se trataría de una Asamblea Suprema (al estilo del modelo soviético). Tampoco está muy claro como se reúnen en Asamblea los millones de personas adultas que viven en las ciudades grandes. Menos aun como será el procedimiento para elegir a los representantes. Lo que definitivamente sí está claro es que esta propuesta es todo menos novedosa: se trata de una fórmula híbrida de la vieja solución asamblearia que distintos grupos políticos (principalmente anarquistas y comunistas originarios) han tratado de impulsar desde el siglo XIX. De hecho, algún ensayo similar se intentó en Aragón por el anarcosindicalismo en nuestra pasada guerra civil. En una cosa tiene razón Terranova: nunca se ha logrado establecer, aunque se haya intentado múltiples veces. Algo que debería hacernos pregunta. Cómo debería hacernos pregunta por qué no es posible la democratización de los partidos políticos (origen de casi todo el problema), para que cambien “esa naturaleza oscura, negativa y antidemocrática”. Cuando uno compara las propuestas concretas que aparecen en DRY, muchas de ellas razonables para mejorar la democracia, con la perspectiva política examinada, tiene la conocida sensación de que los simpatizantes o los asistentes a las manifestaciones del 15-M, no sabemos muy bien para quien estamos trabajando. Pues bien, hay que decirlo de una vez: la tentación populista y demagógica está fuertemente presente en el 15-M y sólo nuestra capacidad ciudadana de discernir podrá detenerla antes de que nos arrastre a lugares indeseables. Una cosa es la regeneración de la democracia y otra la fuga hacia delante que siempre ha significado el asambleismo ocurrente y desatado. - Lea también: Dos de cada diez españoles viven con 20€ al mes
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios