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Pedir apoyo no es plantear un pacto de Estado

miércoles 29 de junio de 2011, 09:11h
Hay mucha gente que lo dice y aquí lo hicimos en una nota previa: no puede confundirse, por ningún motivo, la solicitud de apoyo y colaboración para las políticas del Gobierno, con la necesidad de impulsar un pacto de Estado para salir de la crisis económica. Ambas perspectivas son claramente divergentes y, en el fondo, excluyentes. Pedir la colaboración para las políticas de gobierno significa colocar el fortalecimiento político del Gobierno por encima de cualquier otra estrategia para sacar adelante el país. Algo que es, desde luego, exactamente simétrico respecto de lo que hace el Partido Popular en sentido opuesto: tratar de deteriorar al Gobierno, caiga quien caiga, para tratar de ganar las próximas elecciones. Así las cosas, este debate sobre el estado de la nación ha mostrado que era correcta la previsión de que los principales líderes del Gobierno y la oposición iban a mantener sus discursos monocordes, mostrando una categórica incapacidad de adoptar una perspectiva de Estado. Eso no quiere decir que no hayan surgido algunas novedades, aunque siempre teniendo que leer entre líneas. Por ejemplo, Rodríguez Zapatero ha reconocido que “si de algo se arrepiente” es de no haber actuado a tiempo con el comportamiento tóxico del capital financiero en su primera legislatura y luego, en la segunda, de no haber sido capaz de prever los efectos tan negativos de la crisis mundial sobre la economía española. Eso significa algo importante porque corre ligeramente el velo de algo que se hace muy pocas veces: reconocer que los problemas de la segunda legislatura tuvieron en muchos casos como causa actuaciones u omisiones de la primera. Incluyendo la tendencia a evitar verdaderos consensos de Estado. Un editorial del diario El País sobre la debilidad que tiene entre las fuerzas políticas mayoritarias el sentido de Estado, ya señaló que algo que caracteriza a las dos legislaturas del Gobierno Zapatero ha sido su falta de iniciativas en torno a necesarios acuerdos de Estado. Sin embargo, para salvar ligeramente la cara de la clase política representada en el Congreso, alguien planteó directamente la necesidad de una salida de la crisis a través de un pacto de Estado: el portavoz de CiU Josep Duran i Lleida, quien se mostró partidario de un escenario de conclusión anticipada de la presente legislatura que pase por un pacto de Estado sobre la recuperación económica y el empleo. Lo describió con claridad como un acuerdo entre las fuerzas mayoritarias para concertar a corto plazo esa política de Estado y luego convocar inmediatamente a las elecciones, con el compromiso de que quien las ganara (y quien las perdiera) le dieran continuidad a dicha política de Estado. Ahora bien, cuando digo que salvó sólo ligeramente la cara de la clase política, es porque para sorpresa de quien hiciera una escucha lógica de su discurso, y, por tanto, apreciara que esa propuesta era la principal conclusión de los argumentos de Duran, pudo comprobar que, en realidad, no era mucho más que un saludo a la bandera. En efecto, el representante de CiU concluye con su propuesta de pacto de Estado y en su respuesta Zapatero se extiende interminablemente sobre asuntos puntuales de carácter técnico y no dice una sola palabra sobre la conclusión central de Duran. Pero lo realmente sorprendente es que el representante catalán replica inmediatamente a Zapatero y se olvida por completo de su propuesta central. Claro, Duran puede argüir que si Zapatero hace oídos sordos a su propuesta (de pacto de Estado para salir de la crisis) no tiene sentido volver sobre ella. Pero ese argumento es insostenible: su conclusión era central, frente a los temas puntuales tratados por Zapatero. En realidad, el representante de CiU muestra de nuevo las luces y sombras de algunos políticos catalanes: teórica rigurosidad estratégica pero lastrada por un fenicismo político profundo. Desde luego, la situación dramática de Grecia ha asomado en el curso del debate. Como ya previmos, Zapatero la usó para señalar lo parecido que era la actitud insolidaria de la derecha en el país heleno con respecto a la planteada por el PP. Más tarde, el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, mencionó que Grecia mostraba que hay muy poco margen para operar frente a la crisis económica. Algo que es completamente inexacto. El Gobierno griego no tiene ahora margen de maniobra interno porque las medidas impuestas por Bruselas refieren a una operación de rescate. Precisamente para evitar ese recorte de capacidad interna es que se necesita un acuerdo previo en España, entre las principales fuerzas políticas, para salir adecuadamente de la crisis, evitando así el camino de Grecia. En suma, si usamos el indicador que habíamos propuesto para medir la consistencia de la clase política en el Congreso, respecto de la oportunidad de usar el debate del estado de la Nación para plantear seriamente una política de Estado sobre el crecimiento y el empleo, no cabe sino concluir que carecen por completo de esa perspectiva los líderes del Gobierno y la oposición y la usan como ejercicio de racionalización otros líderes políticos. No podrían obtener, en conjunto, una nota más que mediocre. ¿Será imposible discutir siquiera la conveniencia de un pacto sobre una política de Estado al respecto? ¿Tampoco se abrirá esa posibilidad en el curso de la campaña electoral? Una respuesta negativa a esas preguntas movería peligrosamente al desánimo colectivo.
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