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Todos contentos

Todos contentos

viernes 29 de julio de 2011, 16:47h
Si la solución a los problemas de España pasara por la convocatoria de elecciones anticipadas, el 29 de julio debería pasar a ser la Fiesta de la Alegría. Salvo los comentaristas anónimos digitalizados, impera  la unanimidad a la hora de considerar que Zapatero ha acertado. Ha acertado porque eso era lo que pedía el PP, y con él la nube de medios próximos y, también, algunos tradicionalmente ajenos a Génova. Incluso Rajoy se ha manifestado respetuoso con la autonomía del presidente para disolver las Cortes, aunque ha incurrido en la contradicción de elogiar el adelanto y lamentar que no puedan elaborarse nuevos presupuestos. La prisa por concurrir a las urnas, alentado por el convencimiento de que esta vez sí puede ganar, ha debido llevarle a la desagradable sorpresa de descubrir,  que una vez aceptado el  órdago por Zapatero…y Rubalcaba, tendría que ser él-en la hipótesis del triunfo- quien tuviera que asumir el desgaste de negociar o imponer unas cuentas públicas marcadas por la crisis. Pero, ¿ha acertado Zapatero? Supongo que sí, porque, por principio, admito que un presidente de gobierno maneja muchas más claves y datos-no todos pueden exponerse públicamente-que los ciudadanos normales. Ni siquiera me sorprende que pueda advertirse una contradicción formal con los argumentos exhibidos para justificar la fecha de marzo. Moncloa es un observatorio único para recibir informaciones determinantes. Aquella noche de mayo en la que Zapatero asumió tantos riesgos y tantos costes, será relatada algún día con minuciosidad. Todo se termina sabiendo. Lo mismo ocurrirá con el proceso de reflexión que ha conducido a fijar la fecha del 20-N, Se habla mucho-y para mal -del síndrome de la Moncloa, pero sería propio de necios no admitir que quien se descubre como máximo responsable de los destinos de una nación, el que, a fin de cuentas, termina por optar una decisión en solitario, poniendo su firma en un decreto, no permanece ajeno a su responsabilidad histórica, por la que más pronto que tarde será juzgado. No veo a Zapatero como un hombre ambicioso, cegado por el poder personal, sino convencido de cumplir una misión nacional, con aciertos y errores. Otros ya han cargado la tinta sobre sus posibles defectos. Nunca he pertenecido a su círculo, pero estoy seguro de que ocupará un buen lugar- tiempo al tiempo- en el recuerdo de muchos españoles a los que mejoró su condición de ciudadanos. Convoca las elecciones y renuncia a seguir en política el mismo día en que se producen noticias contradictorias como la bajada del paro y la inflación o la nueva amenaza de Moody´s. No en su peor momento en todo caso. Ha dicho rotundamente que no va a escribir sus memorias, pero rompería mis vacaciones por hacerle una entrevista en clave personal en la que tuviera la sinceridad de confesarme qué huella dejará en su percepción de la política el comportamiento de los más próximos y la lectura de algún editorial. Me gustaría decirle, si es que ya no lo ha descubierto, que no espere demasiada generosidad a la hora de leer valoraciones sobre su anuncio de anticipar la fecha electoral. Aquellos que le urgían a hacerlo, poniendo por delante la salvación de la Patria, ya manejan los conceptos de rendición y capitulación. En definitiva-la sombre de Fraga es alargada- ya sabemos que para la derecha española “los socialistas solo aciertan cuando rectifican”. Siempre que sea en la dirección que ellos prefieren, naturalmente. Deseo, presidente, que hayas acertado.
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