Lecciones inglesas

El gobierno conservador británico, como antes hicieron los laboristas, cree que todas las medidas de orden público y seguridad se basan en el aumento de los poderes de la policía. Ahora abogan por dosis adicionales de poder, incluida la posibilidad de toque de queda en zonas concretas y medidas más drásticas contra los delincuentes menores de 16 años. Es cierto que la ola de violencia ha sido salvaje, pero no se pueden obviar ni los hechos que la detonaron -la muerte de un joven -que se ha demostrado que iba desarmado- en manos de la policía y las causas profundas de la miseria, marginación y falta de esperanza que anida en muchos barrios de Inglaterra. David Cameron ha reducido los benefits y ha cerrado centros de comunidad donde se reunían los jóvenes de los barros más castigados para hacer su música y realizar actividades. Los recortes de la sociedad del bienestar no pueden iniciar una nueva situación de precariedad de un día para otro. La reflexión de fondo es por qué jóvenes enfurecidos destruyen su propio barrio. La respuesta no puede ser sólo la condena y la persecución. Hay que extirpar las razones que han hecho posible la revuelta. España tiene que aprender que una degradación de la educación, la falta de atención a las minorías, el desempleo y la marginación son bombas con espoleta de tiempo. Un día estallarán si no se desarticulan ahora. Más policías, más cárceles y más represión sólo aumentan el problema a medio plazo, porque las cárceles son universidades de la delincuencia y los jóvenes que ingresan en ellas sólo es para doctorarse en el crimen.