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Salvar a los bancos es postergar la crisis

Salvar a los bancos es postergar la crisis

La decisión de los gobiernos de Alemania y Francia de sostener las carteras crediticias de sus principales bancos con 440 mil millones de euros ha sido bienvenida por lo mercados y, claro, por los propios interesados, ya que lejos de “salvar” a Grecia la medida apunta a sostener a la gran banca europea afectada por la crisis. Nada han dicho Merkel y Sarkozy sobre la hegemonía de la renta financiera, madre de la crisis, emparentada y sostenida por la derecha liberal, que es la correa de transmisión del establishment europeo. Sus bancos han sido los principales beneficiarios del generalizado endeudamiento de los estados más débiles del viejo continente. La jugada de Merkel y Sarkozy los libera de las consecuencias de haber prestado más de lo debido (y al deudor equivocado). Con la única excepción de Lehman Brothers --gigante financiero al que Bush hijo dejó caer—la Reserva Federal (banco central) de Estados Unidos hizo lo mismo, es decir, absorbió con dineros públicos las pérdidas de sus bancos privados, que es el producto final de las ganancias extraordinarias que obtuvieron durante los últimos veinte años, hasta que la quiebra virtual de uno de sus deudores precipitó la crisis. Pero ni aún esta jugada fuerte del tándem fracoalemán y de la Reserva Federal será suficiente para postergar el desenlace de la crisis más allá de este nuevo período de gracia, tiempo suplementario en el que no se modificará el resultado. Antes o después el desequilibrio de 20 dólares de especulación por cada dólar de producción deberá volver al equilibrio de 3 ó 4 dólares financieros por cada dólar del PBI mundial. De otro modo no se saldrá de la crisis y las economías capitalistas más avanzadas no podrán volver a crecer por encima del 3 por ciento. Mientras, en la década última el PBI de China creció casi 100 por ciento y la Argentina lo hizo a más del 8 por ciento anual acumulado desde 2003. India también creció fuerte y el resto de los países asiáticos aumentaron su producto en torno al 5 por ciento anual. Brasil fue sacudido por la entrada y salida de capitales especulativos pero aún así creció 3,5 por ciento, es decir, bastante más que los crecimientos registrados por Estados Unidos, Europa y Japón. Afortunadamente, fuera del norte desarrollado --donde manda el capital financiero y las ideas neoliberales que le son afines-- se impone otra lógica, que es, a un tiempo, industrialista, defensora del mercado interno y del empleo, e impulsora de la sustitución de importaciones. Ese es el camino que eligió la Argentina. Los resultados están a la vista. Todos los contribuyentes del primer mundo deberán pagar su parte alícuota de este rescate que algunos juzgan derivado del estatismo; en todo caso, lo será de los estados neoliberales, caros al establishment, que representan tanto Obama como Merkel y Sarkozy, y no del exitoso estatismo chino, para poner un ejemplo alternativo.