Dialogar nunca es delito

La resolución del Tribunal Supremo avalando la legalidad de las reuniones políticas del PSE con Batasuna echa por tierra toda la campaña de la ultraderecha y del PP en torno a las pretensiones de éste y a sus acusaciones permanentes contra el Gobierno y contra los partidos que no comulgan con sus posiciones sobre la política antiterrorista. La fuerza jurídica de la decisión del Supremo abarca a cualquier pretensión de deslegalizar o deslegitimar lo que en política y en democracia debe siempre ser normal: el diálogo entre los sectores más contrapuestos del mapa político, sobre todo cuando de lo que retrata es de buscar la paz y la definitiva desaparición de la violencia. El Supremo considera como un fraude a la Constitución la pretensión de que se pueda corregir la política del Gobierno mediante querellas criminales. La desestimada querella. Manos Limpias iba contra el presidente, el Gobierno en pleno y los dirigentes del PSE que se entrevistaron con los dirigentes de Batasuna. La fuerza de la resolución legitima cualquier contacto político.

   Por lo demás, y en cuanto al PP se refiere, parece mentira que dejen de lado que ellos se reunieron en la anterior tregua no sólo con Batasuna sino con la propia ETA, que nunca ha sido legal y que siempre ha sido una organización terrorista. Este Gobierno todavía no se ha reunido con ETA, aunque todos aplaudiremos que lo haga, como aplaudimos cuando lo hicieron los delegados de José María Aznar.

   Otras querellas presentadas contra otras personas por los mismos motivos, como la que atañe al lehendakari, van a tener idéntico final. La democracia deja así abiertos todos sus cauces para la pacificación y el Estado de Derecho y la división de poderes salen fortalecidos. Ya era una risa esto de pretender que los tribunales controlasen permanentemente la actuación del Gobierno y de los partidos y Gobiernos autonómicos. Yo me siento particularmente satisfecho, pues los lectores son testigos de que vengo defendiendo desde antiguo todas las tesis avaladas ahora por el Tribunal Supremo. Dialogar nunca puede ser delito.