La pléyade de estrellas del deporte español de talla planetaria, que encabezan Fernando Alonso, Rafa Nadal, Pau Gasol y el resto de compañeros campeones mundiales de baloncesto, se enriquece ahora con un nuevo ‘crack’, Alberto Contador. Porque el jovencísimo madrileño ha logrado la hazaña de ganar el Tour –algo que sólo habían alcanzado cuatro más en toda la historia, el mítico Induráin, (con cinco), Bahamontes, Ocaña y Perico Delgado- a sus sólamente 24 años. Y no olvidemos que la ronda francesa es la más importante del mundo y el trofeo ciclista de mayor prestigio. Con esa edad, similar a la de los citados ‘monstruos’ actuales de nuestro deporte, lo lógico es que, al igual que ellos, consiga nuevas glorias de idéntica categoría que añadir a su hoja de servicios personal y al deporte español.
Como es lógico y conforme está el ciclismo, no podemos lanzar las campanas al vuelo de manera fácil y nada analítica. Por desgracia, nadie puede poner la mano en el fuego por ningún ciclista, dada la abundancia de tramposos hasta ahora cazados –algunos que se veían venir, como Ullrrich, Basso y Heras, y otros inesperados, como Landis, en 2006 y Vinokouron y Rasamussen ahora- y los que puedan saltar a ese triste plano de la actualidad en tiempos futuros. Pero, hoy por hoy, Contador y el resto de los participantes del Tour han pasado sin problemas todos los controles y por tanto son inocentes. Ojalá lo sigan siendo y abran nuevos tiempos para este bello deporte, aunque necesitarán la complicidad de organizadores, patrocinadores, médicos, autoridades y hasta prensa.
Pero, por ahora, es una inmensa alegría para el deporte español la incorporación de Contador al estrellato de las máximas figuras. Porque, además de ser el prototipo del ‘nuevo’ profesional hispano que comenzó con Induráin –es decir no sólo escaladores, sino también magníficos rodadores y contrarelojistas-, todo apunta a que si no se tuerce en ningún sentido, puede ser el sucesor del propio navarro. E incluso del heptacampeón del Tour, Armstrong, para cuyo equipo corre el de Pinto. En definitiva, que este fin de semana sólo cabe felicitarle a él y también a nuestro deporte por su nacimiento como nuevo ‘crack’.
Y finalizamos con un apunte a modo de posdata. A esa aún escasa lista de vencedores españoles del Tour debería haberse unido en 2006 Óscar Pereiro, segundo en París tras Landis, al que después se le quitó el triunfo por dar positivo con testosterona. Como se sabe, el norteamericano apeló a la Corte de Justicia de su país y todavía no se ha fallado oficialmente, aunque la sentencia será condenatoria y seguirá sin Tour. Pero, entonces ¿porqué todavía no se le ha entregado el maillot amarillo a Pereiro, quien, por cierto, ha hecho en 2007 otra gran carrera quedando décimo –ha habido seis españoles entre los diez primeros, otro gran motivo de felicidad-, a pesar de haber estado como gregario de Valverde? ¿Por qué? Y, aunque confiamos en que finalmente se le proclame vencedor, la respuesta no está en el viento, quia. La respuesta es más fácil: Pereiro no es francés.
Si (
No(
