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A nadie le amarga un chiste

A nadie le amarga un chiste

sábado 28 de julio de 2007, 21:52h

Por fin, vacaciones políticas. Cierran los cenáculos, se despueblan las oficinas públicas, se van de viaje o playa sus señorías, y se publican los últimos comentarios en torno al secuestro del semanario satírico El Jueves, cuando el presidente Rodríguez Zapatero produce el mejor chiste del año al afirmar, sobre la polémica rueda de prensa del director del CNI, que respalda plenamente “la transparencia de los servicios secretos”. Tan fantástica contradicción en los propios términos ¿se le ha ocurrido solo o con ayuda de otros?
 
Hace ya años que el tal Flórez García, detenido en Tenerife, era en apariencia irrelevante, salvo que se estuviera haciendo un seguimiento metódico a ese antiguo agente de segundo nivel de los, a partir de ahora, transparentes “servicios secretos” españoles. De hecho, se ganaba la vida con algunos procedimientos mejor o peor aprendidos en el CNI desde que, en febrero de 2004, cuando todavía gobernaba el PP, perdió el empleo al descubrirse que trapicheaba de baratillo con Rusia. Muy pocas semanas después, tras el imprevisto 11-M y el vuelco electoral del 14-M, el Gobierno, el CNI y sus expedientes pasaron a manos del nuevo gobierno, esto es, del PSOE. El PP tapó el asunto un par de meses y el PSOE lo ha mantenido tapado la friolera de más de tres años. ¿Por qué ahora tanta “transparencia”?
 
Hay quien lo explica con la teoría del eslabón perdido. Dícese eslabón perdido de aquello que, sin relación necesaria de causalidad, saca a la luz la relación entre dos cosas en principio inconexas y esa relación permite descubrir una verdad.  Lo cierto es que el tal Flórez tuvo acceso a información sensible, porque en el CNI los suboficiales manejaban la documentación, esto es, por sus manos pasaba todo lo importante, aunque la tarea de evaluación y análisis correspondiera a otros niveles. Merece la pena saber qué información pasaba por las manos del agente Flórez, ya que la absoluta estanqueidad de la información entre los Departamentos es un principio básico de cualquier servicio secreto.
 
Bien puede suceder que Flórez García, sin él mismo ser consciente de ello, sepa cosas que pueden conducir a una mente despierta hasta algún peligroso eslabón perdido. Quizá él mismo, tres años después, había empezado a darse cuenta de la importancia potencial de lo que sabía. Como el tal Flórez es, según parece, charlatán y extrovertido, no se puede descartar que hubiera atraído la atención. Quizá alguien con capacidad de análisis de la información se estaba acercando peligrosamente a esa pieza frágil y necesitada.
 
El final de la hipótesis es que, si durante estos tres años el CNI ha seguido los movimientos y relaciones de su antiguo agente, pueden haber saltado las alarmas, de modo que hubiera que quitarle de circulación para no que no estuviera al alcance de cualquiera. Otro dato importante e innegable es que la forma de hacer pública la detención, en rueda de prensa, sugiere una fuente política en la decisión. Nunca por sí solo un servicio secreto actúa con ese tipo de publicidad. Nunca antes lo hizo tampoco el CNI.
 
En esta semana presidida por el humor, otro chiste, el de la secuestrada portada de El Jueves, ha saltado al “Guinnes” de notoriedad internacional. Después de unos primeros momentos de desconcertado “respaldo a la fiscalía y la autoridad judicial”, hasta la vicepresidenta Fernández de la Vega tuvo que salir en un foro público, con el fiscal general Conde Pumpido sentado a pocos metros, a marcar distancias respecto a la decisión judicial de ordenar el secuestro del semanario satírico. Era además inevitable que en la opinión pública surgiera la duda sobre si el celo de la Fiscalía se había excitado por la grosería del dibujo de los Príncipes en explícita actuación sexual o por la ingeniosa burla a la exótica y costosa merced de los 2.500 euros por hijo, que era probablemente el objetivo de los autores del desafortunado dibujo. 
 
El chiste de El Jueves se ha reproducido en los principales medios de comunicación del mundo. Ni lo merecía, ni jamás sus autores soñaron semejante éxito de notoriedad. Pero es que lo grave no era el desdichado chiste, sino el hecho inverosímil de que a estas alturas, en plenitud democrática y nada menos que en Europa, se pueda secuestrar un medio de comunicación social. La noticia no ha sido el chiste, sino la fragilidad que aún tiene en España la libertad de expresión, que no es una libertad como las demás, sino la piedra maestra que sustenta la arquitecturadel sistema de libertades.
 
Desde el expreso respeto al fiscal general Conde Pumpido, de cuyo compromiso democrático no cabe duda alguna, y por supuesto a la autoridad judicial, representada en este desafortunado asunto por el magistrado Del Olmo, hay que decir que el secuestro del semanario satírico El Jueves –se piense lo que se piense de su línea y contenidos– ha sido una página muy negra de la actual etapa política de España. Con firmeza democrática, cuando la crisis de las caricaturas de Mahoma, incluso bajo la presión violenta y criminal de los islamistas, el primer ministro danés mantuvo expresamente su respaldo a la publicación, con independencia de lo que pensara respecto a lo publicado. La famosa frase pronunciada un siglo atrás en el Parlamento británico mantiene toda su vigencia: “Detesto todo lo que usted representa, pero estoy dispuesto a dar mi vida para que lo pueda seguir defendiendo en esta Cámara”.

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