El responsable de coordinar la emergencia en el aeropuerto de Pisco y principal encargado de distribuir la asistencia que llega de todo el mundo, responde a las críticas sobre falta de organización y coordinación al indicar que "los camiones entran y salen, no se queda nada, y vienen toneladas y toneladas de ayuda".
La Defensa civil del Perú tiene ya organizada la asistencia a la costa central del país, devastada por el terremoto del miércoles, tras "72 horas críticas de confusión, caos y desorganización que siempre se producen en estos casos", dijo el responsable de la coordinación, James Atkins.
Director de emergencias de la Defensa Civil peruana, Atkins critica a algunos medios informativos por "salir al aíre diciendo que está todo desorganizado" y recalca: "¡No señores!, esto es así porque ha ocurrido una catástrofe, y una catástrofe nunca es organizada ni tampoco avisa".
"Nosotros vinimos y cumplimos nuestra función, y la cumplimos cabalmente, pues tengo a mi gente con dos horas de sueño hasta el día de hoy, desde el día jueves en la mañana, como todos los que están acá, como todas las organizaciones no gubernamentales (ONG) y las instituciones estatales", agregó Atkins.
El responsable de coordinar la emergencia en el aeropuerto de Pisco y principal encargado de distribuir la asistencia que llega de todo el mundo, responde a las críticas sobre falta de organización y coordinación al indicar que "los camiones entran y salen, no se queda nada, y vienen toneladas y toneladas de ayuda".
Atkins, un ingeniero de unos 60 años, delgado, alto, de pelo cano, afable y con buen humor, ataviado con la chaqueta de color naranja de la Defensa Civil, responde a todos y atiende a las peticiones en la medida de sus posibilidades, pese a su aspecto agotado tras cuatro días de trabajo incansable.
En las últimas horas ha visitado los trece albergues que acogen a varias decenas de miles de damnificados que se han quedado sin hogar en Pisco, que asegura que "la mayoría ya están organizados en un 80 por ciento".
"Tienen organizadas las comidas con sus ollas populares y se están acondicionando ya las letrinas", afirma Atkins, tras haber estado en el albergue del Complejo Atlético Pisqueño, "donde hay 3.000 personas y donde se va a poner un hospital traído por la delegación cubana con los últimos adelantos".
Los otros doce albergues también cuentan con sus servicios médicos, algunos de ellos con hospitales completos llegados de Estados Unidos, España y el propio Ministerio de Salud peruano, además de equipos sanitarios de Colombia, Corea y Ecuador, entre otros países.
Esta atención inmediata a la emergencia, que es la primera fase de la operación iniciada el jueves en la costa central y zonas próxima de la sierra, durará, según Atkins, "al menos tres meses", en los que se tendrá que mantener el envío de ayuda, aunque no en la gran cantidad que ahora llega.
En los primeros cuatro días, han llegado al aeropuerto de Pisco unos 250 vuelos procedentes del resto de Perú y de otros países, con al menos un millar de toneladas de ayuda y un ingente número de socorristas, sanitarios y especialistas en desastres.
"Tienen que haber llegado más vuelos que en toda la historia de Pisco", dice Atkins, quien apunta que, normalmente, aparte de los vuelos militares, "debe aterrizar aquí un avión a la semana".
La segunda fase de la operación será la de rehabilitación y la tercera la de reconstrucción, señala el alto cargo de la Defensa Civil, aunque esta última llevará años hasta que se concluya.
De momento, una de las medidas más importantes que la Defensa Civil tiene que ofrecer a los damnificados es la sicológica, pues las personas afectadas padecen un "fuerte sufrimiento que puede llevarlas a crisis y enfermedades posteriores", recalca Atkins.
"También hay que hacer la terapia correspondiente a los que están a cargo de la ayuda, que sufren el trauma de lo que ven, por lo que debemos preocuparnos de que nuestra propia gente esté protegida en este aspecto", aseveró el responsable de la Defensa Civil.
Mientras tanto, se mantienen las críticas a la organización de la asistencia, sobre todo por falta de coordinación para la asignación de tareas a los equipos de socorro y ayuda médica, pues algunos han tenido que esperar todo un día para empezar a trabajar, mientras los afectados los esperaban con ansiedad.
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