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Carlos Matías

Tras la muerte de Pinochet, el test cubano

Tras la muerte de Pinochet, el test cubano

miércoles 13 de diciembre de 2006, 00:47h

La situación social en Chile, tras la muerte del sátrapa Pinochet, está sirviendo de argumento, cuando no de excusa, para defender los intereses políticos de algunos sectores conservadores en España, contrarios a la Ley de la Memoria Histórica. Hoy se puede leer en la prensa algún artículo defendiendo la idea de que, al igual que Chile es un país dividido entre los detractores del ex general genocida y sus defensores (ayer hubo 99 detenidos y 49 heridos en diversas manifestaciones), en España esta ley que trata de restablecer la memoria de las víctimas del franquismo puede dividir, está enfrentando ya, a la sociedad española.

Ciertos son algunos paralelismos entre el golpista y dictador español Francisco Franco, cuyo régimen el PP siempre se ha negado a condenar, y el golpista y dictador chileno Augusto Pinochet, el único jefe de Estado que se presentó en España para asistir a las exequias del 'generalísimo' en noviembre de 1975, y que siempre se ha bía manifestado como 'franquista'. Pero si la muerte de este último es hoy --como ayer la de Franco-- un revulsivo para remover viejos enfrentamientos y heridasque creíamos superadas, nos espera en un futuro, quién sabe si cercano --parece que sí--, el 'text' cubano: la muerte de Fidel Castro.

La desaparición del 'comandante Fidel', tan deseada y anunciada antes de tiempo por los opositores cubanos desde su exilio en Miami, va a ser un auténtico termómetro para saber hasta qué punto llega la temperartura de la madurez de la sociedad civil española y latinoamericana. No hace falta ser adivino para presuponer que la muerte de Castro va a provocar reacciones estridentes, tanto en la derecha como en la izquierda. En la izquierda española, porque no faltan los que, revestidos de 'progresistas' justifican todos los desmanes de este otro dictador, que pisotea un día sí y otro tamnbién los derechos humanos como cualquier otro dictadorzuelo del tres al cuarto. Derechos humanos que esos mismos 'progresistas' dicen defender cuando se trata de las dictaduras afortunadamente desaparecidas en Chile, Argentina, Bolivia... Las simpatías que despierta Fidel, especialmente por haber parado los pies al 'gigante' norteamericano --no hay que olvidar el sentimiento tradicionalmente 'antiyankee' de muchos españoles, iconoclastas que somos...--, se magnificarán hasta las más altas cotas de la demagogia. Por contra, en la derecha española habrá, probablemente, las mismas manifestaciones de júbilo que actualmente se echan en falta por la desaparición de 'Pinocho'.

En América Latina ocurrirá, seguramente, otro tanto, aunque salvando las distancias y matices. Fidel es el ídolo y ejemplo, sí. Pero los Hugo Chaves (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Daniel Ortega (Nicaragua), Rafael Correa (Ecuador), Lula da Silva (Brasil), Tabaré Vázquez (Uruguay), Michele Bachelet (Chil e), Néstor kirchner (Argentina) no son todos comparables. Y eso, por sólo hablar de lo que están en tareas de Gobierno y que, como tales, debieran de tener muy presente su obligación de ser moderados. Algo que no es aplicable a los López Obrador (México), Ollanta Humala (Perú) y otros tantos en las distintas oposiciones 'de izquierdas'. Y esto, sin tener en cuenta los afanes 'sucesorios' del carismático Fidel Castro que no se molesta en disimular el venezolano Chaves.

La muerte de Fidel será, sin duda, motivo de controversia. Sólo iniciartivas como la del Partido Popular en España, que ha propuesto en el Congreso pactar una declaración institucional del Parlamento español cuando Fidel desaparezca (loable idea, pero rechazada hasta el momento por los demás grupos políticos) podrían paliar este nuevo foco de crispación y enfrentamiento.
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