Ellos no han renunciado a nada

   Treinta años -una generación- es tiempo suficiente como para  analizar cualquier fenómeno social o político y extraer conclusiones definitivas acerca de su naturaleza. Si nos fijamos en los partidos políticos, veremos que la derecha que nació del franquismo (Alianza Popular, con Fraga a la cabeza) ha repudiado las prácticas autoritarias de gobierno asumiendo plenamente los valores de la democracia; otro tanto ha ocurrido con la izquierda comunista (Carrillo) que hace treinta años se presentaba como marxista-leninista, es decir, totalitaria. Los socialistas, que bajo el liderazgo de Felipe González llegaron a tener 200 diputados, también repudiaron el marxismo y renunciaron a imponer su concepción republicana del Estado.

   A lo largo de estos treinta años, todos los partidos políticos han renunciado a una parte de su ser para facilitar el consenso con los demás. Todos, menos los nacionalistas. Los partidos nacionalistas nunca han renunciado a nada. Más aún, amparándose en una Ley Electoral que prima a las minorías regionales en detrimento de las estatales (IU con más de un millón de votos tiene menos diputados en el Congreso que ERC, que sólo obtuvo seiscientos mil), jamás se han apeado del victimismo. El caso del PNV es paradigmático por lo que tiene de escandaloso: pese a contar con menos del treinta por ciento de los votos, han impuesto su bandera, su himno y sus leyendas históricas al conjunto de los vascos y llevan ya un cuarto de siglo gobernando en Vitoria, y sus dirigentes (Ibarretxe, Eguibar) siguen quejándose, reclamando el 'derecho a decidir', como si en el País Vasco no se celebrasen elecciones cada cuatro años.

   En fin, por si faltaba algo, ahora, Pujol y Maragall quieren que Cataluña sea un Estado. Ya digo, todos los demás han renunciado a algo; los nacionalistas a nada. Tengo para mí que el Gobierno de España que se atreva a cambiar la Ley Electoral, le hará un gran servicio al país.