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Un libro 'perverso' sobre Suárez

lunes 15 de octubre de 2007, 08:57h
Por lo que en su día decía Felipe González y por cosas que se han publicado sobre el Presidente Suárez, yo diría que desde la primera vez que se vieron surgió entre ellos una corriente de simpatía o por lo menos de entendimiento, lo que hoy los jóvenes llamarían de buen rollo.

Es evidente que en la relación que han tenido a lo largo de muchos años habrá habido altibajos, pero me consta que Felipe González siempre le ha tenido gran respeto a Adolfo Suárez; es más, yo diría que  sentía gran simpatía por èl y por las pocas veces que hablé con el Presidente Suárez  tengo la impresión de  que el respeto y la simpatía eran mutuos.

Si me hubiera limitado a escribir algo sobre mi filia por Adolfo Suárez normalmente habría hablado de  su simpatía, de lo amable y cariñoso que siempre fue conmigo cuando me veía etc. De una vez que jugamos al golf, mejor dicho jugo él, pues yo soy malísimo, o de alguna partida de mus. Pero ha dado la casualidad de que, cuando iba a empezar a escribir sobre el Presidente Suárez, apareció un libro titulado “Los que le llamábamos Adolfo”. Su autor, el periodista Luis Herrero, fue importante miembro del llamado “sindicato del crimen” y dirigió un programa en la COPE. Hoy es diputado europeo en el Partido Popular por designación directa de José Maria Aznar. (Diputados europeos del Partido Popular dicent)

Imagino que no hace falta decir que yo no hubiera comprado ni leído jamás un libro de Luis Herrero; simplemente, no me interesa. Pero de pronto se montó un pequeño escándalo alrededor del libro, un escándalo desde la misma derecha: el hijo de Adolfo Suárez estaba indignado, miembros importantes del Partido Popular, con los que coincidí y charle  en el momento en que el escándalo estaba en su apogeo, ponían el libro a parir, me dijeron que incluso el viejo amigo de Herrero, Federico Jiménez, había despotricado contra el libro en su púlpito de la COPE, así como que la viuda  de Chus Viana, el político de la UCD de Vitoria, había escrito algo en El Mundo expresando su indignación.  Ante la avalancha de  rumores, se decía que revelaba comentarios hechos en la intimidad de la amistad que supuestamente tenían Herrero y Adolfo Suárez, que se metía con SM el Rey, que en el fondo era despiadado con el propio Suárez. Decidí comprar y leer “Los que le llamábamos Adolfo”.

No voy a hacer aquí crítica literaria, ni siquiera hacer una reseña del libro de Herrero. Simplemente diré que  una amiga mía me decía que el libro era perverso. Yo diría que el libro es una indignidad, pues, amparándose en el casi amor filial que dice Herrero  profesarle  a Adolfo Suárez, pone en boca de este afirmaciones y comentarios que nadie puede comprobar si fueron ciertos dada el lamentable  estado de salud del ex presidente.
 
Herrero aprovecha que habla de Adolfo Suárez para repartir estopa y ajustar cuentas con más de uno. Es curioso con la desfachatez con que relata cómo gracias a que era el hijo de un capitoste del franquismo, desde pequeñito fue, en sus palabras, “un enchufado”. Y luego cómo sigue la estela del enchufismo para ir medrando en la profesión.  Pero bueno: él sabrá por qué lo cuenta.

En el libro solo hay un párrafo que me afecta. En la pagina 252 dice textualmente: “(hablando del referéndum de la OTAN) …Tan arriesgada era la cabriola en el aire que Adolfo me comentó textualmente: “Felipe no tiene cojones para convocar el referéndum”. Sin embargo, los tuvo. Aun es más: el propio González tomó la decisión en su fuero interno de que si el “si” en el referéndum no prosperaba, él dimitiría como presidente del Gobierno y se iría a casa. No le quedaba más salida que echar toda la carne en el asador y poner a prueba su liderazgo. Por eso necesitaba toda la ayuda que las fuerzas políticas quisieran prestarle.  Adolfo me dijo: “El otro día me llamó Felipe para que fuera a verle a su despacho. Fui y me contó que los servicios de inteligencia habían detectado un complot de terroristas libios, financiados por Gadafi, para asesinarme. Me dijo que tuviera cuidado y que extremara la vigilancia. Le agradecí la información. Luego quiso que habláramos de la OTAN y me pidió que le ayudara a ganar el referéndum. Le dije que no. ¿Y sabes qué? A los pocos días dió la orden de que me retiraran los escoltas”.

A continuación, Herrero  explica  que claramente el poder carece de escrúpulos y que hasta la vida, dice, vale muy poco si lo que esta en juego es aquello tan rimbombante del interés del Estado y aprovecha, de paso, para meterse con Felipe González.

La entrevista no sé si se celebró. Si tuvo lugar tuvo que ser probablemente en el mes de  febrero, pues el referéndum se celebro el 12 de marzo. A mi no me consta en la agenda del presidente,  pero es cierto que precisamente a Adolfo Suárez el Presidente lo llamaba personalmente y lo recibía en Palacio fuera de horas de oficina. Por tanto, yo no lo podía tener registrado. Me sorprende el comentario sobre el intento de asesinato. Evidentemente si eran libios los que lo intentaban, no solo eran financiados, sino enviados por Gadafi. No supe nada y me sorprende porque  la Seguridad de Moncloa tenia a su cargo el servicio de protección y escoltas de Presidencia y desde allí se prestaba el servicio a los ex presidentes. La seguridad dependía orgánicamente de mí; por tanto, lo lógico es que me hubiera enterado si algo así hubiera ocurrido. No me puedo creer que Felipe González fuera tan  insensato de saber que intentaban matar a Suárez y no se lo comunicara a la jefatura de Seguridad.

Pero en donde  puedo asegurar que Herrero miente es en lo de la retirada de escoltas: me he preocupado de llamar al que entonces era Jefe de Seguridad de Moncloa y me ha confirmado que eso no ocurrió. Pero, lo que es más,   jamás Felipe González pudo dar la orden de retirarle los escoltas a Suárez. Aunque hubiera querido no lo hubiera podido hacer, porque Suárez gozaba del estatuto de ex presidente, Cuando Suárez abandonó Moncloa, dejó el borrador de estatuto de ex presidente  sobre la mesa a Leopoldo Calvo-Sotelo,  Este no quiso o no pudo desarrollarlo. El estatuto de ex presidentes fue una de las primeras cosas que hicimos en Moncloa nada mas llegar, y debo decir que ampliamos el número de años en que se les concedían los beneficios a los ex presidentes por orden expresa que el Presidente González  me dio a mí. Pues, de acuerdo con el borrador de Suárez, era para solo dos años y ese plazo se cumplía ya. Felipe me dijo  textualmente que lo ampliara “para que Adolfo no tenga problemas”.   

O sea que Suárez tenia condición de ex presidente, y en el estatuto se especificaba el personal a su servicio así como la seguridad. Por tanto, aunque Felipe hubiera querido retirar los escoltas, no hubiera podido, pues hubiese contravenido un decreto ley. Yo entiendo que Luís Herrero mamó la política en Gobiernos civiles franquistas, y en ministerios del movimiento, y allí  sin duda vería tomar medidas arbitrarias propias del franquismo y que, por tanto, piense que en todas partes cuecen habas.

De todas formas, aunque yo no soy periodista sí tengo la costumbre de verificar mis fuentes y le he preguntado al Presidente González sobre lo publicado. Se ha limitado a decirme escuetamente: “Eso es mentira; no hubo nunca ningún intento de los libios contra Adolfo”.

A final de 1986 o ya en el 87, la Dirección General de Policía decidió que las escoltas de todas las personalidades no podían estar formadas solamente por inspectores. Decidieron dejar un inspector al mando de cada grupo y  sustituir el resto por  policías de la escala básica. Esto se aplicó incluso a la escolta del presidente del Gobierno.  Fernando Puell, Jefe de seguridad de Moncloa, fue personalmente a comunicarle el cambio a Adolfo Suárez y a este no le gustó la medida, pues estaba acostumbrado al grupo que iba con él desde hacía mucho tiempo. Si Luis Herrero se refiere a este episodio lo tergiversa deliberadamente; si no es así,  entonces se lo inventa. Cuánta tergiversación o invención más hay en el libro, no lo sé.

El libro, además de perverso e indigno, cuando menos  es oportunista. Y, en lo que a mí me afecta, mentiroso.

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(*) Nuestro colaborador Julio Feo, que fue secretario general de la Presidencia con Felipe González, esta escribiendo un nuevo libro de memorias. En este nos comentó que habla más de las personas que de los acontecimientos.  Un capitulo lo ha titulado “Mis filias y mis fobias”, y  cuando iba a empezar “su filia” sobre Adolfo Suárez, ocurrió algo que le hizo escribir  lo que aquí reproducimos. Estos párrafos son de tan rabiosa actualidad que le hemos pedido permiso para publicarlo ya,  mucho antes de que se pueda leer en el nuevo libro.
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