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Más que medallas

Más que medallas

Las lecciones que hemos podido aprender estos 16 días de Juegos Olímpicos deben perdurar más allá de los mitos, del espectáculo; más que medallas que sirven para definir a los triunfadores lo realmente importante es el espíritu que albergan, principios y valores escasos por desgracia hoy en día en una sociedad en grave crisis que no tiene que ver únicamente con la economía y el empleo.

Comportamientos éticos, morales, cívicos o sociales escasean mientras que la preocupación constante radica obsesivamente en lo económico y material por la necesidad inmediata de hacer frente a los gastos de subsistencia de la familia. La celebración de esta gran cita deportiva mundial se produce en un mes donde millones de españoles sueñan con recuperar algún día sus vacaciones felices mientras sobreviven al calor y al final de mes como pueden y luchan por mantener su autoestima ante la prolongada situación de desempleo. Que los triunfos deportivos españoles en competiciones como los Juegos Olímpicos, donde destaca la superación de nuestras chicas, por cierto, o el Mundial y la Eurocopa de Fútbol supongan un beneficio económico tangible como el incremento del PIB en España no está demostrado. Hay muchas teorías sobre la influencia directa de la buena imagen que proyectan los deportistas españoles y que puede tener repercusión, por ejemplo, en el turismo. Tiene mucho valor también la labor y la buena imagen que ofrecen científicos, investigadores, médicos, artistas, empresarios y todos aquellos españoles que se empapan de los principios y valores que forman las claves del éxito que son: buscar la excelencia, el trabajo bien hecho, la labor de equipo por encima de egos y personalismos, esfuerzo, sacrificio, superación y confianza en la preparación y en las propias posibilidades al entregarse sin racanear dedicación. Hay que aplicar estos valores al conjunto de la sociedad española. ¿Por qué no actuamos a diario como trabajan y juegan la mayoría de nuestros deportistas con éxitos notables y excelencia mundial? No es fácil, está claro, pero si todos y cada uno de nosotros, empezando por los políticos, nos aplicáramos estos principios, otro gallo nos cantaría.