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La amenaza del cambio climático

martes 18 de diciembre de 2007, 17:15h
Ha coincidido, a finales del pasado mes de noviembre, la publicación del informe encargado por el Gobierno español a 17 expertos acerca de las consecuencias —catastróficas, si no se toman las medidas adecuadas—  que puede llegar a tener sobre nuestro país el cambio climático antes de que acabe el presente siglo, con la de otro estudio al respecto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y, sobre todo, con los datos dados a conocer por la Comisión Europea, que ya ha advertido, a tenor de los cálculos efectuados por la propia Agencia Europea de Medio Ambiente, que España podría llegar a ser sancionada si en 2012 no ha cumplido con la reducción de emisiones de CO2 a que se comprometió la Unión Europea (UE) y todos y cada uno de sus veintisiete países miembros en cumplimiento del Protocolo de Kioto.

La preocupación general por esta cuestión, dejando de lados las ignorantes frivolidades al respecto del llamado líder de la oposición política española, es sólo el primer paso, aunque absolutamente imprescindible, para una lucha que lo es por la propia supervivencia de un planeta de cuya utilización somos únicamente usufructuarios sus habitantes, estando, por tanto, obligados a su conservación para todas las generaciones que nos sucedan y ante las cuales los actuales habitantes seremos los exclusivos responsables.

Porque hay que dejar claro, y de manera muy explícita, lo que queremos decir cuando hablamos de cambio climático. Y para eso lo mejor es remitirnos a la propia definición de cambio climático, según quedó establecida en la correspondiente Convención Marco de las Naciones Unidas: “Cambio climático es el cambio del clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observado durante periodos de tiempo comparables".

Y, del mismo modo, hay que subrayar igualmente cuáles son algunos de sus efectos y consecuencias como, por ejemplo, la desertización, las inundaciones, la deforestación, la fusión de los casquetes polares y glaciares, la elevación del nivel del mar, el aumento y la mayor frecuencia de los incendios y de las tormentas, la alteración de los ecosistemas, la extensión de las enfermedades tropicales, los cada vez más abundantes problemas en el suministro de agua o el incremento de las dificultades en la producción de alimentos.

Sin embargo, algo se va avanzando, pese a tantas resistencias y dificultades. Es muy positivo que se haya podido alcanzar un acuerdo en la reciente Cumbre de Bali, incluso con los Estados Unidos, y en la que la Unión Europea (UE) como tal ha jugado un papel decisivo y determinante. El compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 20% y un 25% en 2020, y el hecho de que se haya marcado la que se ha dado en llamar la “hoja de ruta” para acordar en 2009 un nuevo texto que sustituya al Protocolo de Kioto, son todas ellas decisiones en la buena línea, máxime cuando existieron tantas resistencias para su adopción, pero no es menos verdad que el resultado parece más bien de mínimos y, como otras veces, demasiado dilatado en el tiempo.

En definitiva, son las luces y las sombras de una lucha que, en cualquier caso, nos compromete y obliga a todos y para la que la Unión General de Trabajadores, en la medida de sus posibilidades, no va a escatimar esfuerzos. El combate contra el cambio climático no tiene alternativa. Es un objetivo estratégico y, por ello, prioritario e imprescindible, además de que las acciones a tomar tendrán que ser, a partir de ahora, necesariamente de una mayor radicalidad, constantes e ininterrumpidas.

José Ricardo Martínez Castro
Secretario general de UGT-Madrid.
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