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Seguirá la crispación

Seguirá la crispación

miércoles 12 de marzo de 2008, 20:30h

Los resultados electorales establecen una acentuada bipolarización política. La votación se ha realizado en clave presidencialista, optando los lectores mayoritariamente entre Zapatero o Rajoy en función del eje ideológico izquierda-derecha. El voto decisivo de la izquierda se ha impuesto, buscando cerrar el paso a la derecha. Las dos formaciones políticas han aumentado sus votos y escaños, reduciéndose algo la distancia que los separaba. El PSOE se ha expandido hacia la izquierda a costa de sus socios parlamentarios. El PP ha ocupado un amplísimo espacio que va desde la extrema derecha al centro. En el ámbito territorial, Cataluña ha resultado determinante para la victoria socialista.

El veredicto de las urnas ha señalado un claro triunfador y perdedor, respectivamente, el partido socialista, que seguirá gobernando, y el partido popular, que continuará otra legislatura más en la oposición. Sin embargo, es claro que los resultados electorales permiten amortiguar la lógica crisis del partido que aspiraba a ganar las elecciones y las ha perdido. Rajoy puede presentar el aumento de votos y de escaños como un logro de su gestión y, sobre esta base e insistiendo en los mismos planteamientos, prorrogar su alternativa de gobierno para 2012. Así lo ha anunciado, intentando cortar de raíz los voces que cuestionaban la conveniencia de su continuidad.

La anunciada permanencia de Rajoy al frente del Partido Popular, consecuencia de una lectura determinada de la derrota electoral, permite pronosticar que seguirá la estrategia de la crispación en la próxima legislatura. La confrontación sostenida y sistemática con el adversario político, descalificándolo y convirtiéndolo en un auténtico enemigo público, ha funcionado cerrando filas, cohesionando al electorado y a los dirigentes. El moderado avance en posiciones de centro, sin perder ni un solo voto a su derecha, señala que también ha penetrado en ciertos sectores de menor definición ideológica. La disputa de votos en espacios no tradicionales de la derecha, mediante mensajes demagógicos sobre la inmigración o la inseguridad, también puede haber rendido algún fruto. Con este análisis postelectoral se plantea la continuidad de Rajoy.

La celebración de un congreso extraordinaro, preparado ad hoc por el actual aparato del partido, no aportará cambios de estrategia política. Cambiarán las personas que desempeñan algunos puestos de gran presencia pública, como el secretario general, el portavoz parlamentario o algunos miembros de la ejecutiva, pero se mantendrá la estructura de poder actual, vigilada por los barones territoriales. El cambio ahora de algunos dirigentes desgastados, caso de Ángel Acebes o Eduardo Zaplana, no tendrá la relevancia y significación que esta renovación habría tenido en 2004 cuando se decidió un equipo y una línea política. El relevo de personas no es previsible que suponga un cambio de estrategia, puesto que la continuidad de Rajoy se basa ya en una evaluación positiva de la estrategia de crispación que él encarna.

Las consecuencias para el país de la continuación de la crispación, en cuanto forma de actuación que hace irrespirable el clima político, no pueden ser peores. Los llamados grandes temas de Estado –la lucha antiterrorista, la organización territorial, el funcionamiento de las instituciones, las reformas estructurales, la política de protección social– exigen un acuerdo de los dos grandes partidos que, por definición, es incompatible con una estrategia de crispación que niega la legitimidad del interlocutor y no le concede ningún margen para el entendimiento. El cálculo electoral es legítimo e irrenunciable para cualquier partido político, pero no lo es el desarrollo de una estrategia que impida el desenvolvimiento normal de la vida democrática. Hay otras vías más razonables, y tal vez más exitosas, de construir una alternativa de gobierno.

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