La hora de Solbes

La economía no depende del Gobierno, es verdad, ya que en ella confluyen las actuaciones de infinidad de políticas públicas y de iniciativas privadas, pero tampoco viene mal que el Ejecutivo se dé por enterado de ciertas situaciones, máxime cuando suele querer protagonizar los éxitos de todo el país. La situación económica española, repleta de buenas noticias en los últimos años, requiere no demorar ahora la toma de decisiones y un mínimo de liderazgo. Hay suficientes indicios y también problemas reales (crisis de la construcción, caída del consumo, tensiones financieras, etcétera) como para concluir que las cosas vienen mal dadas.

 El presidente Rodríguez Zapatero, que con la ayuda de Pepe Blanco sabe ganar elecciones, ha demostrado, sin embargo, que no sabe de economía y que cuando toma decisiones desde la Moncloa no da pie con bola. Su enfrentamiento con el vicepresidente Solbes en un momento dado de la pasada legislatura se saldó dando marcha atrás y suplicándole al vicepresidente que siguiese a su lado. Acertó, tanto en eso como en devolverle a Solbes el mando en las decisiones económicas, frente a unos ministros y algún asesor monclovita que querían entretenerse con fuegos artificiales. Y no sólo eso, acertó cuando dejó que Solbes centrase la campaña electoral en un debate que marcó el relanzamiento del PSOE frente al PP, cuya apuesta por Manuel Pizarro terminó siendo un fiasco.

Pero lo que haga ahora el presidente Zapatero con Pedro Solbes tendrá aún más importancia para el país, ya que España no está para muchos juegos. Si el vicepresidente, que de economía sabe, puede poner a su gente en los puestos clave del Gobierno y tocar las teclas que hay que tocar, estaremos en un escenario, difícil igualmente, pero al menos con cierta perspectiva de futuro. Si, por el contrario, Zapatero quiere volver a jugar a las casitas y deja que sus chicos enreden, puede pasar de todo. De todo lo peor, claro.