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De historia y sus momentos

De historia y sus momentos

lunes 24 de marzo de 2008, 23:44h

Los medios de comunicación relatan diariamente, hecho por hecho, los
acontecimientos que configuran la interminable cadena de procesos
políticos y sociales. Las crónicas nos permiten seguir los desarrollos
de una serie de temas, algunos interminables o sin alteración
significativa y otros que pueden acabar con un desenlace que los
resuelve y decide de manera extraordinaria. Estos momentos son los que
Stefan Zweig denomina "estelares", pueden ser irrevocables y definir
destinos para un individuo o toda una colectividad. Son dramáticamente
concentrados, preñados de fatalidad, se comprimen en una única fecha,
en una única hora o minuto y caracterizan una decisión destinada a
persistir a lo largo de los tiempos.

Para evocar un par de momentos críticos recientes en la historia del
país, que por cierto tiene muchos, nos podemos remontar a dos fechas:
9 de junio de 2005 y 24 de noviembre de 2006.

La primera nos traslada a los escenarios en los que actores del poder
político definían el curso de la renuncia presentada por el entonces
Presidente de la República, Carlos Mesa Gisbert. En Sucre, el Congreso
enfrentaba las contingencias de un escenario de violencia y convulsión
social, movimientos policiales y militares impedían el inicio de sus
sesiones y, en La Paz, el Gobierno evaluaba su propio escenario de
gestiones políticas y diplomáticas frente a la inminente transición.
En cuestión de pocas horas o minutos ocurrió el desenlace que
cambiaría la historia: las sucesivas renuncias presentadas por los
Presidentes de las Cámaras de Senadores y Diputados definen la
sucesión presidencial en favor del titular de la Corte Suprema de
Justicia, según el orden constitucional. El momento del desenlace
alteró el curso de un régimen y definió un nuevo tiempo en la aún
frágil democracia.

La segunda tiene los mismos escenarios geográficos: la Presidenta de
la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte, convocaba a sesionar en
instalaciones del Instituto Militar de la Glorieta, en las afueras de
Sucre. La Asamblea, afectada por interminables desencuentros
políticos enfrentaba también un escenario de movilizaciones de vecinos
de Sucre, cocaleros, e indígenas de occidente, con fuerte movilización
policial y militar que no pudo evitar la confrontación que cobró
muertos y heridos. Desde La Paz, el gobierno de Evo Morales conducía
el desenlace de esa sesión. En cuestión de horas o minutos se produjo
la decisión crítica: adoptar la instrucción de votar y aprobar un
texto constitucional, no elaborado ni debatido. El momento alteró de
manera irrevocable el curso de la Asamblea Constituyente y abrió dudas
sobre la aprobación definitiva de una nueva Constitución pactada por
y para todos los bolivianos.

Cuanta incertidumbre se cierne hoy sobre el momento de desenlace del
diálogo entre el Gobierno, las regiones y los actores políticos sobre
los conflictos políticos en torno a la nueva Constitución y las
Autonomías bajo el auspicio de la Iglesia. Sus protagonistas tienen el
desafío de concebir momentos fructíferos, en los que se aproveche la
oportunidad para hacer efectiva la reconciliación que esperamos todos
los bolivianos. De nada valdrá una historia de lamentos estériles
frente a la ocasión perdida.

La verdad de los acontecimientos, como anota Zweig, no puede
decolorarse o intensificarse, son instantes sublimes configurados por
la misma Historia y sus actores, sin que sea necesario que ninguna
mano acuda en su ayuda o ningún historiador intente superarla.

 

 

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