Tengo para mí que el día que
Mariano Rajoy eligió a
Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz del PP en el Congreso de los Diputados no cayó en la cuenta del rebote machista que provocaría semejante decisión. Es
acollonante. A éstas alturas de la película, resulta que en España hay quien sigue viviendo en Atapuerca .Hay gentes a quienes les parece mal que un mujer -treinta y seis años, abogada del Estado, diputada no recental- pueda ser la portavoz de la derecha en el Parlamento. Les parece mal porque es joven y porque es mujer.
Dónde más caceroleo provoca el nombramiento es en aquellos sectores mediáticos que viven de parasitar al PP y no ocultan su decepción porque Rajoy haya preterido al empresario Manuel Pizarro que, según parece, era el "tapado" de Esperanza Aguirre.
Sólo la mar dice cuando un barco es bueno y a Soraya Sáenz de Santa Maria habrá que juzgarla a partir de sus intervenciones en el Congreso, pero, negarla de entrada -como están haciendo una parte de los medios afines al PP-, considerando que "ésta chica" no es la persona idónea para organizar el control parlamentario al Gobierno Zapatero, retrata en sepia a sus detractores. Les haría bien cambiar de siglo.