Miles de taxistas de Ecuador se manifestaron en Quito, Guayaquil y otras ciudades del país para rechazar el proyecto de Ley del Transporte, que estudia la Asamblea Constituyente, en la que se podrían legalizar los vehículos que hasta ahora trabajan de manera informal en el sector.
Los taxistas agrupados en cooperativas, cuyos vehículos son de color amarillo y disponen de registro oficial, consideran a los otros, sin distintivos y que se denominan "ejecutivos", como competencia desleal "pirata", pues ofrecen precios más baratos.
En Quito, los taxistas realizaron una marcha a pie hasta la plaza de la Independencia, donde se encuentra el Palacio Presidencial de Carondelet, para manifestar al jefe del Estado, Rafael Correa, su malestar por este proyecto de Ley y pedirle que solicite a la Asamblea su paralización.
Entre gritos contra la Ley de Transporte, los representantes de los taxistas anunciaron una huelga nacional del sector si no se atienden sus demandas.
Correa se dirigió a los taxistas desde el balcón de Carondelet y, al tiempo que indicaba que no admitiría "amenazas", señaló que espera que la Asamblea haga una regulación "que no perjudique a nadie", pues considera que "todos tienen derecho a trabajar".
En Guayaquil, la manifestación se desarrolló sin incidentes, pero en Riobamba, la capital de la provincia central andina de Chimborazo, unos 4.000 taxistas obstruyeron con sus vehículos las principales vías de acceso y algunas calles del centro de la ciudad.
Una veintena de participantes en la manifestación de Riobamba fueron detenidos por la Policía al resistirse a retirar sus automóviles para permitir la circulación.
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