Hablar a posteriori

El que once de los trece policías detenidos en Coslada, incluido el jefe de la presunta banda, Ginés Jiménez, hayan sido enviados a prisión, dice mucho de la eficaz y minuciosa operación que ha llevado a cabo la Policía Nacional en la operación Bloque. Se han hecho las cosas tan bien, tan minuciosamente, que la juez no ha tenido dudas en decretar autos de prisión para la gran mayoría de los implicados.

Al margen de la acción policial y judicial, que insisto, ha sido extraordinaria, este turbio, rocambolesco y hasta chapucero asunto de Coslada, me sigue sorprendiendo cada día, por cómo aparecen testimonios, opiniones, damnificados y presuntos extorsionados que hasta el momento permanecían silenciosos. Y si fueron tantos como aparecen y se presume, no hubiera habido Cuerpo entero de policía, ni siquiera Ejército, que los hubiera podido reprimir en caso de ponerse todos de acuerdo en la denuncia.

Pero hay testimonios que me llaman poderosamente la atención, como el de un policía local de Coslada, en activo, que anoche apareció en el informativo de Telecinco, con la voz distorsionada y sin que se le viera el rostro, para contar las andadas de Ginés y sus amigos, las tropelías de su jefe y de sus compañeros. Y uno se pregunta, qué parte de responsabilidad tiene este agente en que continuaran esas barbaridades; si el hecho de callarse, de no denunciarlo, siendo agente de la autoridad y parte del Cuerpo donde se cometían las tropelías, no era una forma de amparar el delito por ocultación del mismo, no digo por complicidad, sino por inhibición o encubrimiento.

Un ciudadano puede tener miedo; un policía, también, pero este último tiene la obligación de denunciarlo en defensa del cumplimiento de la ley. Y este agente que anoche apareció en Telecinco con la voz distorsionada y la imagen borrosa, se atrevió a acusar a los políticos de mirar hacia otro lado cuando sabían lo que estaba pasando. Pero bueno, ¿y él hacia dónde estaba mirando cuando compartía servicio, unidad, Cuerpo, con la banda de Ginés?

Comprendo el miedo del ciudadano extorsionado a denunciar la situación, aunque no lo comparto, porque de esa manera estaremos construyendo una sociedad civil cobarde y atemorizada por una panda de mafiosos, pero que un agente del Cuerpo diga saber lo que pasaba y lo cuente ahora, me parece intolerable y algo más, y que además se atreva a contarlo, a toro pasado, en una televisión, cuando si su testimonio, como el de otros muchos, lo hubiera manifestado en su momento, quizá la banda de Ginés no hubiera llegado al estado de golfería al que presuntamente ha llegado.