Madurez y principios

Va siendo costumbre la amenaza de renuncia o el desafío a que se busque a otro mandatario, cuando al presidente Correa algo no le sale según sus deseos, alguien le contradice o le reclama por alguno de sus exabruptos, o si un proyecto de ley no se aprueba exactamente como lo concibió. Ahora acaba de declarar que sería capaz de entregar la presidencia si se prueba algún supuesto vínculo suyo con las FARC.

En nuestra ya larga historia republicana muchos presidentes tuvieron que gobernar en medio de enormes dificultades de todo tipo, entre las que se encuentran varios conflictos bélicos en los que la supervivencia misma del Ecuador estaba en juego. Algunos salieron airosos, pero no son pocos los que debieron seguir al frente del Poder Ejecutivo, pese a las más adversas circunstancias.

Cuando se desea cambiar algo, en la agenda deben estar muy claras las dificultades a vencer. Y cuando se quiere tener algún peso en el escenario de la política internacional, hay que medir con serenidad y responsabilidad, junto con las posibilidades de éxito, los peligros del fracaso.
 

Entre ellos está el de servir como “alfombra”, para que otros alcancen sus objetivos geopolíticos.

La decisión de aspirar a la más alta magistratura, por lo tanto, se supone que nace de profundas convicciones políticas, intelectuales y éticas, así como de un análisis serio y ponderado de cómo cumplir promesas de campaña y planes a mediano y largo plazos. Un análisis en donde las estrategias para superar las dificultades estaría en un primer plano. Eso sería actuar con madurez y principios firmes.