Lo apretado de la victoria de Puigcercós evitará que su actuación en el gobierno catalán deje de estar vigilante con lo que los independentistas consideran dejaciones del ejecutivo en materias de gran sensibilidad catalanista. Que nadie piense, pues, que ERC cederá fácilmente a cuestiones como la tercera hora de castellano en el sistema educativo de Cataluña o actuaciones en materia de medio ambiente como la interconexión de muy alta tensión entre Francia y España pasando por parajes de gran valor natural en las comarcas de Girona. Puigcercós es partidario de lo que llama: “marcar paquete” identitario desde el gobierno y son de esperar duras reacciones a las iniciativas del gobierno catalán que no cuenten con su apoyo.
De todas las batallas que había planteado Puigcercós con la convocatoria de la elección directa de presidente y secretario general de su partido, la única que parece haber ganado con claridad es la consistente en la relegación de su rival, Josep Lluís Carod-Rovira. Además de disputarle el poder de cara a los votante, Carod concita antipatías en otros partidos, como el socialista catalán, que estima que el hasta ayer presidente de ERC era de muy difícil aceptación por parte del PSOE como interlocutor, y no digamos del PP.
El resto de batallas que libró Puigcercós están por resolverse. Tiene una alternativa clara con casi el 30% del apoyo de los militantes en Carretero y tendrá también que negociar la ponencia estratégica con el resto de grupos de su partido si quiere sacarla adelante la semana que viene. Además, tendrá que integrar a todas las sensibilidades en la nueva ejecutiva si quiere pacificar a las bases. No en vano, más del 66% de los militantes republicanos votaron a otros equipos.
Todas estas maniobras las deberá realizar Puigcercós sin descuidar su flanco nacionalista. CDC hace meses que ha planteado una OPA a las bases de ERC a cuenta de la supuesta entrega de los republicanos a los “poco catalanistas” de PSC e ICV. Para ello el nuevo presidente de ERC debe hacer un ejercicio consistente en ser el pepito grillo del equipo gubernamental, y, por si acaso, mantener también abiertas las relaciones con CDC para formar parte, si se tercia, de una alternativa nacionalista. Todo para evitar el escenario menos querido por ERC y lo que desde Madrid sería más apreciado, la siempre abierta la posibilidad de un acuerdo a dos: la sociovergencia que quieren en La Moncloa, pero no en la sede del PSC.