Finalmente, después de dos días de contemplaciones y 'buena voluntad', el Gobierno y las Fuerzas de Seguridad del Estado han recuperado la tranquilidad, el orden y su buen uso para las carreteras nacionales, donde habían acampado los huelguistas del sector del transporte. Nadie duda ni discute que las subidas de los precios de los carburantes -hasta seis dólares por barril se han elevado los precios en un solo día- afecta muy directamente a los referidos transportistas, así como a los pescadores, a los tractoristas, a los taxistas... y a todos cuantos hacen del vehículo su principal medio de ejercicio de su oficio. Pero una cosa es que eso suceda de ese modo y otra cosa distinta es que el país se deba ver paralizado por el enfado de los afectados y por las reivindicaciones, algunas de ellas descabelladas, que exponen.
De manera que, agotadas las primeras jornadas de abuso e imperio del caos y del desmadre, y tras haberse comprobado actitudes impresentables de quienes intentaban por cualquier procedimiento que quienes no han querido sumarse a la huelga lo hicieran, o de quienes quemaron o destrozaron vehículos de los no huelguistas, el Ministerio del Interior ordenó a sus fuerzas del orden mano dura y actitudes contundentes contra los piqueteros, muchos de ellos 'anti-sistema' violentos, sumados al conflicto como cuantos se añaden a cualquier movilización contra la visita del presidente de los Estados Unidos o contra la celebración de las sesiones de trabajo del G-8. Porque, mientras tanto, las organizaciones que agrupan a los transportistas venían negociando con el Gobierno hasta medio centenar de medidas que pueden paliar los efectos de esas subidas de precios de los combustibles, aunque no hayan conseguido satisfacer al cien por cien sus aspiraciones.
En concreto, no ha podido verse satisfecha la pretensión de conseguir una tarifa mínima obligatoria para los profesionales, por chocar abiertamente con las normas de funcionamiento de la Constitución vigente o las establecidas en las directivas comunitarias. De manera que, con esas excepciones, que ha encabezado Fenadismer, promotora principal del paro, y determinado por el ministro Rubalcaba que "todo tiene un límite", y una vez que dio orden de dureza, contundencia y mano firme, los camioneros deberán regresar a la plena normalidad, y de ese modo lo harán también todos los sectores de actividad afectados en las tres primeras jornadas de esta semana. Los primeros camiones llegaban a los mercados centrales en la madrugada del jueves escoltados por la Guardia Civil, y es probable que así siga sucediendo hasta que se normalice totalmente el transporte.
Terminó el tiempo de las negociaciones, tras la firma de lo acordado por casi un 90 por 100 de los transportistas representados en la mesa, y también el de las contemplaciones. El país no podía permanecer paralizado durante más tiempo, ni frenadas sus actividades vitales por culpa de un sector 'en ira', aunque sea por razones reales, pero que no tienen por qué afrontar los restantes ciudadanos con el desabastecimiento y la paralización de las actividades económicas de la nación.