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El gran cubo de basura

domingo 21 de septiembre de 2008, 10:50h

A tenor de la triunfal "operación rescate" del sistema financiero por el Gobierno y la Reserva Federal, ha expresado un distinguido analista liberal norteamericano su perplejidad ante el hecho de que sea la muy neoconservadora Administración Bush la que, en sus meses finales y ello no es impune, tome decisiones más propias de una especie de "Unión de Repúblicas Socialistas Americanas". Sentido del humor aparte, no cabe dudar que, a pesar del éxito instantáneo en los mercados globales, y desde luego en los españoles, la original -y en la modesta opinión de este observador, políticamente inteligente a corto- creación del más gigantesco colector de basuras financierasde la historia económica del mundo dará que hablar y publicar largo y tendido.

La inmediata e histórica subida de las Bolsas de todo el mundo es en todo caso un respiro, aunque su recorrido está por ver, y de ninguna manera responde, como a estas horas pretenden, soñando con una resurrección imposible, los numerosos epígonos del fracasado intervencionismo estatal, al acierto o la eficacia de algo tan viejo y desacreditado como es la nacionalización de las pérdidas, sino a que, como es de universal conocimiento, el dinero es cobarde, y en tiempos de tribulación ¿qué mejor refugio que la abrigada ergástula del poder político?

Así que este fin de semana los mercados acogieron fervorosamente la intervención estatal norteamericana y los Bolsas se han disparado, recuperando todo lo perdido en las jornadas iniciales e incluso apuntándose alguna ganancia. Pero como en la famosa serie de televisión sobre los extraterrestres, la verdad, la crisis, sigue estando ahí fuera. Y la verdad es que la desaceleración de la economía española, que en cualquier caso iba a terminar en una profunda recesión, ya había comenzado cuando estalló la crisis financiera internacional de 2007. La economía española ha entrado en recesión, y permanecerá en recesión desde luego todo el año 2009 y no es imposible que parte del año 2010, y lo que es aún peor, cuando la recuperación se produzca, tendrá muchas limitaciones y problemas.

De hecho, el sistema financiero español ya acusa problemas de liquidez derivados de los excesos de los últimos años, y cada vez son más los analistas solventes que auguran el incómodo tránsito desde los problemas de liquidez a los problemas de solvencia. La crisis financiera internacional no generó la crisis española, pero es de sentido común que contribuyó a agravar su desarrollo, al acelerar el ajuste del sector inmobiliario y acelerar el precipitado del triángulo perverso de la economía española de los últimos años, un auténtico "triángulo de las Bermudas" en el que nuestra economía se ha extraviado entre la alegría crediticia de Bancos y Cajas, el notorio exceso de familias y consumidores en el recurso al crédito para casi todo, y el aún más excesivo recurso al crédito por parte de los promotores inmobiliarios y constructores, incluso para la compra de terreno rústico dudosamente urbanizable.

Ha habido, pues, crédito, barato y abundante, y optimismo entre los banqueros, los empresarios y las familias. A vivir, que son dos días. El endeudamiento no importaba, porque se suponía que los precios de algunos bienes -suelo, viviendas y otras edificaciones- siempre subirían, los tipos de interés se suponía que serían siempre suficientemente bajos, el crédito siempre sería abundante y siempre habría demanda para casi todo lo que se construyera. También se presuponía que el suelo siempre sería un bien escaso, dado el complejo y corrupto sistema de intervención administrativa para transformar suelo rústico en urbano, por lo que su precio sería constante o creciente, pero nunca decreciente.


Y aquí se produjo el agravamiento del problema, porque una demanda de crédito tan grande, que superaba la capacidad de ahorro nacional, sólo podía satisfacerse en el exterior, por lo que los bancos establecidos en España buscaron fondos fuera del país. El endeudamiento nacional neto ha pasado del entorno de 80.000 millones de euros hace una década a la friolera de más de 700.000 en 2007. En ese endeudamiento pesa abrumadoramente sobre las empresas y las familias, porque el conjunto de las Administraciones Públicas tienen, hoy, aproximadamente, la misma deuda exterior, en términos absolutos, que en el momento de la creación del euro a finales de 1997.

¿Cómo va a afectar la recesión a los otros sectores económicos, el industrial y el de servicios? Resistirán los que estén bien capitalizados, pero la falta de liquidez de la banca puede provocar suspensiones de pagos de muchas empresas, que no podrán atender sus obligaciones con terceros si se les cortan los créditos para capital circulante. En estos momentos, sólo nuestros dos grandes bancos internacionales, el Santander y el BBVA, tienen capacidad para recapitalizarse si llegaran a necesitarlo. Los demás bancos por insuficiente dimensión y las Cajas por su especial régimen jurídico, tienen muy escarpadas las vías para recomponer su capital, con lo que el sistema financiero arrastraría a la economía real al reducirse drásticamente los créditos, aunque sólo fuera para respetar los criterios de solvencia.


No nos engañemos. Sucede también que las hipotecas presentan no pocas veces características similares a la ominosa categoría de las subprime. Primero, porque los precios que pagaron los compradores fueron muy altos en las viviendas de venta libre. Segundo, porque los créditos concedidos a los compradores alcanzaron no pocas veces el 100% del valor de tasación ¿o incluso más? y se concedieron a plazos muy largos, en promedio a 30 años y a tipos de interés variable, por lo que en 2009 y 2010 será pequeña la parte de principal que se haya devuelto a la entidad financiera, y ello sin contar con la subida del euríbor y su repercusión en las cuotas hipotecarias.

Cierto que, incluso aparte de espectaculares decisiones de saneamiento financiero como la que acabamos de ver este fin de semana, el entorno internacional está cambiando. La política monetaria más restrictiva de la mayoría de las autoridades monetarias se está dejando sentir en la actividad, de modo que un menor crecimiento de la economía mundial tendrá efectos sensibles, como menos presión sobre la demanda de petróleo y otros productos energéticos y sobre las materias primas que utiliza la industria, pero ya acabamos de ver que el recorte del precio del petróleo no es algo por lo que convenga apostar demasiado.

Los analistas estiman que, en España, los problemas de solvencia de los Bancos y Cajas pequeños, e incluso algunos medianos, se manifestarán en toda su gravedad en el año entrante, sin afectar, con toda certeza, a los privilegiados grandes bancos españoles, el Santander y el BBVA, ni a las dos grandes cajas, La Caixa y Caja Madrid -ésta última deberá, eso sí, normalizar y mejorar su gestión-, que consolidarán sus posiciones, pero tendrán más difícil allegar mayores recursos propios cuando los necesiten. La pregunta es inevitable: ¿podrá el sistema financiero español afrontar las grandes pérdidas que se presentarán en los próximos años? Se van a necesitar imaginación y medidas propias de una situación extrema.

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