Malvania, la nueva perversión de Jaime Royo-Villanova

Los dioses no fueron justos conmigo y no me facilitaron el don de la palabra ni escrita ni mucho menos hablada. Pero tuvieron a bien otorgarme de la suficiente sensibilidad para encontrar almas puras y buenas y que además llenan de felicidad a las personas que los rodean. No está bien utilizar un medio de comunicación para hablar de un amigo (lo sé), pero es que en este caso el amigo es un escritor que, como ha dicho y ha dicho bien Juan Manuel de Prada, ha venido para quedarse. Se trata de Jaime Royo-Villanova. Su buen hacer cotidiano lo traspasa al papel. Es un escritor de talento que descubrí hace tres años cuando tuve la suerte de publicarle su primera novela. Repetí a todo el que quiso escucharme lo buen escritor que era (y es) Jaime, aunque mi voz tuvo poco eco. Continuamos con un segundo libro, también de encargo, pero vimos que aquello no hacía feliz a Jaime y entonces reparé en un editor valiente, Eduardo Riestra, que es una especie de Asterix que se resiste de la invasión de la mercadotecnia literaria en tierras galaicas con su editorial Ediciones del Viento. Los puse en contacto,  enseguida se entendieron y el resultado ha sido Malvania, una ciudad donde ha muerto la esencia que hace pensar al ser humano, el espíritu. Juan Manuel de Prada comparaba ayer en la presentación del libro, la novela de Jaime con Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o con Un mundo feliz de Aldous Huxley y tiene toda la razón, pero en el libro de Jaime no se queman los libros, se queman las almas y uno esboza una mueca de sonrisa ante su terrible descripción sin enseñanza que recrea a través de los personajes de la novela.

Ayer los que lo queremos, que somos muchos, lo acompañamos en el Cock para que nos hablara de su nueva creación. Porque Jaime no escribe, crea y esculpe cada una de las palabras con las que nos cuenta su particular visión de la vida.
El sábado pasado Juan Manuel de Prada publicó un magnífico artículo (como siempre) en ABC permitiéndose la osadía de recomendar la novela de Jaime Royo-Villanova. Yo no soy Juan Manuel de Prada y me temo que mi voz llega a menos sitios pero desde este rincón también la recomiendo, primero por un acto de caridad hacia la humanidad porque sería muy rastrero por mi parte no compartir con los demás las delicias del lenguaje de un casi genio de las palabras, segundo porque es mi amigo y a los amigos hay que ayudarlos y tercero porque me siento muy orgullosa de haber podido tener la suficiente sensibilidad de encontrar (para publicarlo después) un escritor de los de verdad, de los que pocas veces salen. Así que, dioses, gracias por el don concedido y a ti, Jaime, miles de éxitos y que todos tus amigos lo veamos. Felicidades.