Gallardón tiene una corazonada

El evento estaba programado a las seis de la tarde en la plaza de Cibeles pero coches y conductores no estaban invitados, así que desde por la mañana se cortó el tráfico entre Cibeles y Atocha y a partir de las cuatro se extendió a plaza de España, Gran Vía, Colón o la Puerta de Alcalá. Un día perfecto para tener una emergencia en el centro.

La afluencia de gente fue escalonada, aunque había gente que llevaba desde las 2 de la madrugada buscando un sitio, claro que ese afán de estar presente no se debía a su apoyo a la candidatura madrileña sino más bien su pasión adolescente por el triunfito David Bisbal. Claro que el concierto del almeriense fue el gran reclamo de la jornada, lo que hizo que la mayoría de los asistentes se dividiesen entre adolescentes de las que llevan su fotografía en la portada y los esforzados padres de las niñas que ponían cara de resignación cuando escuchaban al ínclito Pulpo, que ejerció de maestro de ceremonias, decir que dentro de unos años podrían decir que estuvieron allí.

Y es que lo de ayer no tenía especial sentido, ¿nos estaba diciendo Gallardón que después de tanto esfuerzo y obras vamos a ganar por hacer un bonito mosaico? Más bien parecía un intento del alcalde de darse un baño de masas ante el posible descalabro personal que supondría el que Madrid no resultase elegida. Si esto pasase sería difícil de explicar muchas cosas de su gestión.

Pasodobles y Queen

Por otra parte, el acto en sí fue de esos que provocan vergüenza ajena, un locutor intentando animar a la gente a base de “oes oes” y pinchando “Paquito el Chocolatero” o “We will rock you” (por cierto un mensaje totalmente “fiel” al espíritu olímpico). En definitiva, un acto cutre y plomizo que, por lo menos, dejó esa bonita foto que aparece en todos los periódicos. Claro que en lo que nadie se pone de acuerdo es en cuántas personas sujetaban esas cartulinas, en la retransmisión televisiva no hacían más que hablar de 900.000 personas aunque los datos oficiales los han dejado en 400.000, claro que las televisiones nunca ha demostrado gran fiabilidad a la hora de contar manifestantes…

A pesar de todo le deseamos la mejor de las suertes a Madrid de cara al 2 de octubre, aunque también comprendamos la opinión de los madrileños que están en contra de que a su ciudad le den los Juegos, algunos bromean diciendo que “si nos dan los Juegos a lo mejor tira la ciudad y se construye una nueva”.

La Cibeles presenció en silencio todo el acontecimiento, quizás hubiese sido más apropiado celebrarlo unos cientos de metros más arriba, en la castiza Puerta de Alcalá. Allí podrían haber hecho el calentamiento de varias pruebas Olímpicas, carreras de obstáculos y de vallas o saltos de foso, todo por gentileza de un alcalde que ha hecho de Madrid un queso de gruyer en la que la foto más típica que se llevan los turistas es junto al andamio y la grúa.

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