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Propaganda, optimismo y eficacia

viernes 03 de diciembre de 2021, 09:56h

En un reciente informe, fechado el 1 de diciembre de este mismo año, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) rebaja en 2,3 puntos las previsiones de crecimiento en España. Fundamenta esta previsión en dos pilares fundamentales: el lento desembolso por parte del gobierno español de las ayudas directas a empresas y el débil rendimiento del turismo.

El organismo internacional ha destacado también que, para 2022, el crecimiento del PIB no sobrepasará el 5,5%, lo que supone un descenso de 1,1 puntos porcentuales con respecto a la anterior estimación, publicada en septiembre. Por último, el informe destaca que España no recuperará el nivel económico previo a la pandemia hasta el primer trimestre de 2023.

Este es el enésimo informe -ha habido muchos otros anteriormente, tanto nacionales como internacionales-, que pone en duda las más que optimistas previsiones económicas del gobierno de España que sigue empeñándose, al menos en sus declaraciones públicas, en mantener cifras porcentuales de crecimiento económico más altas. En base a ellas ha elaborado los Presupuestos Generales del Estado que ahora están tramitándose en el Senado y que, de no rectificarse en el sentido que apuntan todos los estudios solventes, podrían quedarse en papel mojado mucho antes de que puedan ponerse en marcha para el año 2022.

¿Por qué se empecina tanto el gobierno, con su presidente a la cabeza, en adulterar la realidad presentándola siempre de color de rosa? No es que atenúe las negras previsiones reconvirtiéndolas en algún tono de grises, no. Es que se empeña en poner color y optimismo a lo que la dura realidad que, tanto los estudios independientes (Banco de España, BBVA, FUNCAS, Colegio de Economistas…), como de organismos internacionales (Comisión Europea, OCDE…), señalan con bastantes peores perspectivas.

Probablemente sea porque aún anda circulando por los salones de la Moncloa el fantasma de Iván Redondo, ese chamán de la política que se empeñó en vestir de gala cualquier anuncio, por peligroso o luctuoso que fuera, en la creencia de que la propaganda no sólo oculta la realidad, sino que incluso la transforma. Pedro Sánchez se lo cargó de un plumazo tras el patinazo socialista de las elecciones autonómicas madrileñas, ya que Redondo fue –al parecer- el principal muñidor de la moción de censura de Murcia que acabó provocando el adelanto posterior en Madrid y el consecuente batacazo socialista.

Pero algo debe de quedar en Moncloa de esa tendencia a presentarlo todo bien envuelto y con un lacito ad hoc porque eso incrementa el valor del anuncio. De no ser así no se explica la decisión del presidente del gobierno de duplicar, al menos durante este mes, el número de consejos de ministros y, consecuentemente, también su presencia ante los medios para anunciar a bombo y platillo las baterías de decisiones gubernamentales que, probablemente, irán adoptándose para mitigar en lo posible las malas noticias económicas y sociales con las que nos desayunamos casi todos los días. Léase inflación, deuda pública, subidas meteóricas de luz, gasolinas y gas, paro del transporte, malestar del sector sanitario, agrícola, pesquero, ganadero, controladores aéreos y un largo etcétera.

Pero, no nos engañemos, porque que el gobierno se reúna más no significa necesariamente que duplique su eficacia sino, sencilla y llanamente, que intenta redoblar su propaganda, el arte de tergiversar las cosas para parecer que, de verdad, está trabajando mucho más para hacer frente a todos los indicadores económicos y a tomar medidas que suavicen el malestar social. No habrá mucho que esperar para demostrar que eso es así.

Sí, con una reunión semanal, el consejo de ministros ha producido en estos algo más de dos años de gobierno, más de 100 reales decretos leyes, muchos más que Rodríguez Zapatero y Rajoy juntos en los casi 15 años de gobierno de ambos mandatarios. Pero lo peor no es el número, sino la constatación de que, aún así, sin tener que rendir cuentas en el Congreso de los Diputados como habrían tenido que hacer si hubieran sido leyes, buena parte de ellos no han pasado de ser meras declaraciones de voluntades (IMV, ayudas a las pymes, apoyo a los jóvenes, etc.), que no se han podido llevar del BOE a la realidad.

Nos jugamos mucho con dar un empujón de verdad a la necesaria recuperación económica así es que, señores ministros, por favor, más eficacia y menos propaganda. Todos lo agradeceremos y, además, hasta es posible que sus votantes vuelvan a reconocérselo en las urnas. Pero, para eso, hace falta una dosis inmensa de humildad y de realidad, no de propaganda.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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