Nos encontramos con una sociedad muy polarizada (por la acción de Podemos en España) y eso podría jugar a favor de Sánchez si consiguiera movilizar a todos los abstencionistas de izquierdas, mayoritariamente socialistas de vieja hornada como yo mismo que estamos desolados ante lo que ha hecho este hombre con el ideario, la historia y los logros del PSOE desde 1977.
La abstención de esta izquierda se produce porque son pocos los que deciden votar al PP. Antes tenían la opción menos mala, Ciudadanos, pero ahora solo queda elegir entre PP y abstención. O, al menos, eso creía yo hasta hace unos días en que tuve ocasión de hablar con uno de los viejos pesos del PSOE, alguien que ya no pinta nada en sus propias palabras (no puedo citarle, fue una charla off the record pero sí puedo decir que en algún tiempo fue ministro). Me hizo ver una arista curiosa: muchos/algunos socialistas votaron a Vox en las autonómicas y lo volverán a hacer en las generales.
Ante mi cara de asombro, la explicación fue breve y simple: se trata de dos grupos de socialistas, los que se la tienen jurada a Sánchez y que solamente quieren destruirlo políticamente para, luego y durante varios años, limpiar el partido de la podredumbre que este hombre nos ha dejado. El otro grupo es el que cree que abstenerse no es suficiente, que regresar a un bipartidismo imperfecto como el de antes de los locos de Podemos es el objetivo y que para eso hay que concentrar el voto en el PSOE o el PP (tesis de mi última columna). Mi fuente añade que, desafortunadamente, nadie en el PSOE quiere a Sánchez en Moncloa con mayoría absoluta porque acabaría con el partido primero y con el país después. Queda, entonces, el PP, digo. No, me dice, para este grupo el PP es la corrupción institucionalizada: la cúpula del PP, con honrosas excepciones entre las que incluye a Feijoo, cree que hacer política es hacer negocios y la corrupción resurgirá, no con la virulencia de los años 90, pero surgirá. ¡Y los socialistas que piensan así deciden votar Vox para que haga de contrapeso y vigilante del PP!
Admito que es sorprendente: si el objetivo es recuperar el bipartidismo, que un socialista vote a Vox ya es raro, pero es que además, eso fragmenta el voto. Mi interlocutor, perro viejo y a la vuelta de todo, se ríe: la fragmentación se produciría en la derecha, me dice, se conseguiría acabar políticamente con Sánchez, recuperar el partido para “los de siempre”, volver a poner el feminismo en el centro del debate social y no a trans, intersexuales y demás patulea de excepciones que han llevado en esta legislatura muerta a que se haya invertido más en cosas tan evanescentes como la protección a los gordos o los “niños trans” que a los enfermos de ELA o al cáncer infantil. “Mira”, me dijo, “los datos están ahí: Podemos ha malgastado más en hablar del “olvido oncológico” que en invertir en oncología infantil.”
O sea, que votar Vox desde el socialismo, jode a Sánchez, fragmenta el voto de la derecha y hace que el PP esté vigilado por Vox. (No sé de dónde sale esta idea de que Vox sería un buen árbitro alejado del negociantismo del PP).
Yo no voy a votar a Sánchez, como ya es sabido. Tampoco voy a romper mi carnet del PSOE porque estoy seguro de que Sánchez acabará siendo aplastado por el arenal del fracaso y volverá el socialismo jacobino (desde el federalismo), europeísta y moderno porque no me gusta este invento del sanchismo en el que la mujer es solo una etiqueta que se reclama en el ayuntamiento aunque se tengan los huevos llenos de pelos o en el que se señala a los grandes empresarios del País con nombre y apellidos para que “los nuestros” vayan a por ellos. (Se señala a los de derechas, Ortega y Roig, pero no a siniestros como Jaume Roures, el amiguito del alma de Pablo Iglesias, financista de la mayoría de sus bodrios en medios).
Yo solo quiero recuperar mi país, hacerlo más fuerte y mejor, no está mariconada en que nos han convertido cuatro años de mocosos estalinistas y de divismo daliniano.
Si (
No(
