Paco Salazar, otro de los más directos colaboradores de Sánchez junto a Ábalos y Koldo que ayudó a encumbrar en el partido la egregia figura de su nuevo líder en aquellos ya lejanos tiempos de las primarias, acaba de caer doblemente en desgracia. Y todo por un presunto acoso sexual de nada, según parece tomárselo el PSOE.
La hipocresía sigue siendo marca de la casa del viejo Pablo Iglesias, su fundador, , y ya ha alcanzado términos nauseabundos. Y eso que supuestamente tenemos el presidente del Gobierno más feminista de la historia…
Salazar, el quinto pasajero habitual del Peugeot con el que el entonces aspirante a secretario general del partido recorrió España de agrupación en agrupación, sí, ha sido denunciado por trabajadoras de La Moncloa por presuntas agresiones sexuales y el que dice ser el partido feminista por antonomasia, en lugar de denunciarlo ante la fiscalía o aplicar inmediatamente los protocolos y , en su caso, las sanciones correspondientes en los mismos órganos internos del partido, lo que ha hecho es dilatar el caso más de cinco meses (los que han tenido que estar esas trabajadoras sin obtener respuesta alguna), y tratar de echarle unos pañitos encima para ocultarlo y , a sabiendas de que la memoria de los españoles es escasita salvo para Franco y aledaños, concluir en que todo esto pasaría sin pena ni gloria.
Pero esta vez no: han sido las propias bases del PSOE, y más aún sus mujeres, quienes han dicho que basta ya, que Salazar es un depredador y hay que darle una buena patada y alejarlo de Ferraz y de Moncloa. El caso, evidentemente, ha abierto brechas en el seno del partido del gobierno
Más recientemente, Paco Salazar era el hombre que Sánchez quería poner como tercero del partido en la secretaría de Organización tras los dos sonoros y estrepitosos fracasos políticos y morales de Ábalos y Cerdán, que han desembocado en la cárcel de soto del Real. Bien pensado, y dada la trayectoria del sanchismo en estos últimos años , era el candidato idóneo, es decir, el único que podría seguir con garantía la senda misógina y cosificadora de la mujer en el partido del gobierno. Esa es la pura realidad, luego el relato discurre por paisajes más idílicos. A saber: somos el partido más feminista de la historia, el más democrático y bla, bla, bla.
Adriana Lastra, ex número dos del PSOE hasta 2022, es posiblemente la voz con peso dentro del partido que más claramente ha hablado sobre el tema y quien más ha hecho patente el malestar de las mujeres socialistas ante, primero, la inacción del aparato y , después, la tardía reacción ante la presión ejercida por las afectadas y un nutrido grupo de mujeres militantes socialistas.
Ya a principios de julio 2025, después de estallar el caso Cerdán, censuró públicamente el ascenso de Paco Salazar como secretario de Organización en la sombra. Y, mientras tanto, la valenciana Rebeca Torró, nueva secretaria de Organización del PSOE y, por tanto, sucesora de Cerdán en lugar de Salazar –como inicialmente pretendía Sánchez–, guarda hasta la fecha el más absoluto de los silencios sobre el caso: “yo si te creo hermana…”, eso sí, cuando me conviene.
Otro caso más, en el PSOE de Torremolinos (Málaga),ha saltado también estos días a la luz de la opinión pública. Antonio Navarro, secretario general del PSOE en Torremolinos, ha sido denunciado por una militante del partido que se ha visto reiteradamente sometida a acoso sexual. Después de dirigirse en dos ocasiones durante los últimos meses (11 de junio y 14 de octubre), a Ferraz sin obtener respuesta alguna, finalmente ha decidido denunciar a Navarro ante la Fiscalía malagueña. Militantes socialistas de Málaga y Granada han mostrado su apoyo a la denunciante al tiempo que exigen al partido “actuar de forma contundente en todos los casos de acoso".
¿Qué han de pensar ahora las mujeres -sean o no socialistas– si esperan que alguien del gobierno o del partido les apoye ante circunstancias como estas?, ¿Cuánto más crédito sobre su credibilidad hay que darle al gobierno y al partido…?
Este sigue insistiendo en que el sistema funcionó correctamente y, al mismo tiempo, dos ministras al menos -Redondo y Alegría–, se desdicen en horas 24 y pasan de defender a muerte al compañero Salazar a dedicarle epítetos tan ilustrativos como«asquerosos, deleznables y de machismo del más alto nivel» refiriéndose a sus comportamientos, o calificando de “vomitivas” sus expresiones.
Y llueve sobre mojado porque ya sabemos cómo hablan de las mujeres prostitutas el exministro Ábalos y su lugarteniente Koldo García; o sabemos del empecinamiento en defender una ley como la del “sí es sí”, que tantas penas redujo entre los depredadores sexuales; o cómo, primero, se niegan y más tarde se admiten fallos en las pulseras antimaltrato que han puesto en riesgo claro a centenares de mujeres con órdenes de alejamiento para sus maltratadores…
Y, para más inri, se ocultan también las denuncias contra mujeres que apuntan a Paco Salazar el amigo de un presidente que está más preocupado por ocultar las fechorías de sus más altos militantes que por proteger a sus compañeras de partido. ¿Qué sucedería entonces con las demás mujeres, y más aún si son de las que están al otro lado del muro…?
Sánchez, erre que erre, ha guardado un silencio sepulcral probablemente (conociendo el percal es difícil que no sea así…), acabará sacudiéndose de encima el asunto. Cercado por los periodistas finalmente ha hablado el Día de la Constitución (6 de diciembre), en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados para afirmar después de todos estos meses que se enteró de los presuntos comportamientos machistas de Salazar ( reiteramos nuevamente que es uno de los hombres de su máxima confianza en el partido y en Moncloa), a través de 'elDiario.es'.
¿Puede haber algún español que crea que el secretario general del partido y el presidente del gobierno de verdad no estaba al tanto de las fechorías de Ábalos, Cerdán, Salazar o Koldo? A esas almas ingenuas y bondadosas habría que preguntarles qué suponen que hacían los cinco magníficos del Peugeot después de cada mítin en pueblos y ciudades de toda España.
Está claro: mientras los cuatro acompañantes visitaban lo mejor de los burdeles de cada zona, el eternamente enamorado de Begoña (por cierto, muy familiarizada también con esos negocios), se encerraba en su cuarto del hotel , si no para rezar por el buen término de sus ambiciones políticas, sí al menos a degustar una y otra vez algunos de los principales textos de Marx, Engels y Zapatero, sus maestros, sus modelos, sus dioses de verdad en la tierra.