Era lo previsible desde que se anunció que el Consejo de Ministros, habitualmente los viernes, retrasaba su reunión hasta este sábado. Era evidente que en Moncloa ya sabían que España estaría en Washington –toda vez que ha ganado
Obama- y quería ser
Zapatero en persona el que diera la buena nueva. Y la ha dado: ha sido en una declaración institucional en la que ha repartido agradecimientos a diestro y siniestro. Ha llegado incluso a leer la comunicación oficial que en la noche del viernes le remitió el Elíseo confirmando que España sería el quinto país europeo incluido en la cumbre del 17 de noviembre, además del presidente de la Comisión Europea, el portugués
Durao Barroso.
Primera medida adoptada por el Ejecutivo: llamar al líder de la oposición,
Mariano Rajoy, para convocarle a una reunión en Moncloa la próxima semana. Se trata de llegar al más amplio consenso sobre el ‘paquete’ de medidas que España llevará a Washington. Ahora bien. Ya ha advertido Zapatero que la posición es “
europea”, es decir, conjunta con la Unión y, por lo tanto, hay poco margen de maniobra. Pero, sin embargo, Zapatero salva así la marca del ‘talante’.
Segunda medida: reunión paralela con los agentes sociales, económicos y financieros del país para que ofrezcan ideas que puedan ser utilizadas en Washington. Y tercer punto: reunirse con Barack Obama en cuanto la agenda del presidente norteamericano electo lo permita. Ahora se trata de ‘rescatar’ las relaciones con Estados Unidos una vez superada la era negra de
George Bush.
“Podemos sentirnos todos satisfechos”
Por lo demás, Zapatero no ha explicado gran cosa en la convocatoria de prensa, en la que apenas ha admitido tres preguntas. Ha hablado de lo trascendental de esta conferencia para la reforma del sistema financiero; ha mostrado su
“agradecimiento a la actitud mantenida por el presidente francés y del Consejo Europeo, Nicolás Sarkozy, y del presidente norteamericano, George Bush”, porque “
han sabido reconocer la realidad de España y de comportarse como amigos de España”.
Ha dicho, en una aparente falsa modestia, que “
podemos sentirnos todos satisfechos”, ya que “
no era fácil conseguirlo, porque había una opción previa que era un formato al cual no pertenecemos”. Y ha insistido en una obviedad de manual: “
Merecía empeñarse en este objetivo porque se trataba de España”, que era fundamental que se valorara el peso específico de nuestro país y que éste “
es un paso importante en esta dirección”. El resultado final es que “
el esfuerzo ha dado sus frutos, unos frutos que son de todos los españoles”.
Obama, Obama, Obama
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Más explícito ha estado Zapatero en relación a su opinión sobre el presidente electo de Estados Unidos,
Barack Obama. Para él, Zapatero no ha ahorrado ni sílabas ni elogios. Ha confirmado que
Obama le llamó por teléfono –“
fue una conversación cordial, muy cordial y le reiteré la felicitación del Gobierno y de los españoles por su triunfo”- y que le traslado el deseo de iniciar “
una nueva etapa, y una nueva etapa de gran esperanza”.
Zapatero le dijo a Obama que
“España y Estados Unidos comparten muchas cosas: intereses y principios y están llamados a trabajar juntos”. Obama reconoció –según la versión de Zapatero- la
“importancia que tiene España en el sistema financiero internacional”, y ambos hablaron de poner sus Administraciones a trabajar “
con urgencia y con toda la dedicación”. En definitiva, que fue una conversación “
muy, muy positiva” que ha servido para Zapatero se ratifique en que se abre “
una etapa esperanzadora”.
Y, luego, la ronda de agradecimientos, claro, no sólo al francés Sarkozy, sino también a todos los dirigentes europeos, los del G-8 y de otros países que han dicho: “
España merece estar, es la octava potencia del mundo”. Lo cual demuestra, a su juicio, que
“somos capaces de ponernos al nivel de los mejores” cuando
“se nos deja ser libres”. Una referencia explicita a la dictadura de Franco: “
Desde 1977 hemos tenido que recuperar mucho tiempo perdido...”.
Silla propia, voz y voto
La silla que ocupará Zapatero el 17 de noviembre en Washington, con voz y con voto, es, no obstante, cedida por Francia, pero Zapatero no duda que España tendrá un asiento propio. “
Trabajamos más allá del 15 de noviembre... como país consolidaremos nuestra posición, como un país relevante”. Y ello porque “
hemos dado un primer paso de extraordinaria importancia y ahora nos compete la responsabilidad de consolidar este primer reconocimiento que se ha producido en la comunidad internacional”.
Ahora bien, ¿qué aportará España en esa cumbre? En ese punto, la dialéctica de Zapatero es más bien escasa. Se ha limitado decir que la suya será “
una posición europeísta”, que se hablará de la supervisión sistemas financieros, que él va a llevar un impulso a la lucha contra el cambio climático, un impulso a los objetivos del milenio y contra la pobreza, y también para una mayor justicia en los intercambios comerciales y el equilibrio económico internacional. Ah, eso sí, una exigencia de máxima transparencia y supervisión, de no dejar sombras a lo que ha de ser el control de las instituciones financieras.
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