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Los pactos, consumidos como una falla

domingo 14 de marzo de 2010, 14:48h

Hablaba Rajoy este fin de semana de los ‘pactos buenos’, poniendo como ejemplo el que han suscrito socialistas y ‘populares’ en el País Vasco, contraponiéndolos a los que propone Zapatero, “chapuceros”, según el líder de la oposición. Al tiempo, el líder del Partido Popular proponía una serie de cinco medidas para sanear la economía. Pero tampoco parece claro que este plan llegue a suscitar un acuerdo entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición en un próximo encuentro en La Moncloa…si es que este encuentro llega, por fin, a producirse.

Hay quienes, como Josep Antoni Duran i Lleida, que de política, la verdad, sabe un rato, dan ya por fenecida la posibilidad de un pacto nacional. Las noticias que recibimos los (escasos) periodistas que aún nos interesamos por el tema son, en efecto, desalentadoras: las conversaciones siguen, pero a ritmo cada vez más lento y con perfiles cada vez más bajos. “Habrá acuerdos puntuales”, dicen quienes están en ellos, “pero difícilmente un acuerdo global en torno a soluciones para la crisis económica”.

Ocurre que, en esto de los pactos, hemos tenido arrancada de caballo de carreras y vamos camino de tener parada de burro: el ‘espíritu del pacto’ está quedando abrasado como una falla. Todo el mundo decía desear un gran acuerdo –las encuestas todavía lo dicen--, pero ahora a las trompetas del Gran Pacto Nacional les han colocado sordinas. Esta semana, te dicen, continuarán los contactos, pero ¿exactamente para qué?

El caso es que las medidas necesarias para reducir el déficit disminuyendo radicalmente el gasto público no llegan a acordarse entre unos y otros. Y la ciudadanía no creerá en la conveniencia de hacer sacrificios si esta conveniencia no es pregonada por todos los partidos y si estos no predican con el ejemplo. Dicen que el empeño del Gobierno en subir el IVA –uno de los pocos asuntos en los que mantiene sus criterios iniciales y que se debate esta semana en el Parlamento- es el causante de todos los desencuentros. Me cuesta creerlo: es, según todos dicen, una medida equivocada, pero no es sino una medida más, seguramente negociable por tramos y sectores: el propio Rajoy propone una bajada de este impuesto, pero solamente en la hostelería.

Lo cierto es que el PP no está por la labor del acercamiento, aunque ahora sí lo esté, parece, el Gobierno: a Rajoy no le conviene electoralmente. O eso piensa. Y, así, el líder de la oposición, azuzado por los ‘duros’ de su partido, habla de pactos ‘buenos’, los que ha suscrito Basagoiti en el País Vasco, y de pactos “chapuza”, o sea, los que tendría que suscribir él con el Gobierno central.

Tengo para mí que este rechazo a pactar, si se mantiene, acabará pasando factura al líder del PP, a quien, en todo caso, nadie puede negar que tiene razón en sus críticas, como las lanzadas este domingo desde la Valencia fallera. Y, desde luego, tampoco se le puede negar que, al menos, ensaya últimamente a proponer algunas soluciones, que puede que sean demasiado genéricas, pero que, al menos, asfaltarían el camino para una aproximación al Gobierno. Suponiendo, claro está, que quisiera una tal aproximación, que ya digo que no lo parece.


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