El apagón lógico

Resulta lógico que en estas fechas haya un cierto apagón informativo, que el presidente del Gobierno se marche corriendo a Doñana y que el Gobierno en pleno, para no hablar ya de los señores diputados y senadores, emprendan diáspora veloz en busca de un bien ganado descanso que les repare de tanta estresante actividad como desarrollan.

Este (lógico) apagón no significa, desde luego, que nuestra sufrida clase política no aproveche estos breves días de asueto para meditar de qué manera puede mejorar las vidas de estos ciudadanos, que no súbditos, que lo somos. Así, cuando volvamos de regreso de esta santa semana, encontraremos a nuestros representantes con el vigor intelectual nuevamente florecido gracias al reparador descanso al que se han hecho de sobra acreedores y posiblemente incluso nos regalen con iniciativas renovadas. Por ejemplo, nuevas explicaciones de por qué no se hacen la foto del pacto, de las razones que justifican que el señor Rajoy no acuda a La Moncloa, de por qué se tolera el inaceptable retraso del Tribunal Constitucional a la hora de sentenciar sobre el Estatut catalán...O sea, más de lo mismo, pero ya en abril.

Confío en que nadie crea que estoy sugiriendo que nuestros políticos, cuya vida guarde Dios muchos años, regresarán de sus minivacaciones trayendo a cuestas los mismos problemas con los que se marcharon, las viejas ideas fosilizadas. Nada de eso: esos problemas no serán los mismos, porque se verán agravados por el paso de una semana más, otra semana de inactividad real. Lo único que ocurre es que esta semana es de vacaciones oficiales, y las demás, teóricamente laborables. Y así andamos, entre los lógicos apagones y los apagones analógicos, dejando pasar un tiempo que me parece que sería precioso para la renovación y la recuperación. Pues nada: feliz descanso.


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