Rajoy insiste: "Retírese y convoque elecciones señor presidente"

Tan previsible fue su discurso que, en plan ‘adivino’, Mariano Rajoy hasta traía escrito el primer reproche que le lanzó a Zapatero: “después de escuchar su discurso (¿?), comprendo que  no tuviera ninguna prisa en venir a la Cámara.

Su réplica al presidente estuvo trufada también de frases ya conocidas, de acusaciones de mentir y ‘edulcorar’ la realidad con anuncios de una  “recuperación” que nunca llega,  y de exigencias a que rectifique su política o se marche y convoque elecciones. “Heredó un país próspero y lo deja en la ruina. Ha sembrado España de familias en paro”, le espetó con dureza.

Todo ello le llevó luego a sentenciar que ante su ‘alergia’ a acometer las reformas adecuadas, “lo razonable es suponer que todo seguirá por el mismo sendero”, con cifras de paro que doblan las de Francia y triplican las de Alemania y con el 40% de la juventud en edad laboral,  sin trabajo”. 
 

Zapatero y sus “pintorescas y ruinosas medidas”

Rajoy no dudó una y otra vez en culpar a Zapatero de la gravísima situación económica que atraviesa España diciéndole que el problema principal es él en sí mismo y  las “pintorescas y ruinosas medidas” que ha adoptado su Gobierno obligado por organismos internacionales “ante la amenaza de quiebra”, pero olvidándose de apuntar que el PP las ha apoyado en su mayoría. Sin embargo, el líder de la oposición tiene claro que Zapatero “es el foco de todas las desconfianzas” que sufre nuestro país, tanto dentro como fuera de él porque ya nadie se cree sus anuncios y vaticinios, que Rajoy se entretuvo un buen rato en enumerarlos.

 “No estamos hablando de un castigo bíblico, ni de un mal importado, ni siquiera hablamos de mala suerte”, le dijo Rajoy al presidente, para añadir casi a renglón seguido que para llegar a donde estamos es preciso “una incompetencia concienzuda, voluntariosa y perseverante, algo así como un optimismo antropológico, es decir, no hacer nada y esperar a que escampe”.

“Un gobernante que fracasa tiene la obligación moral de renunciar a seguir imponiendo errores. Y un gobernante democrático sabe que, cuando se equivoca tanto como usted y con tan graves consecuencias, debe retirarse aunque la ley no le obligue. Cuando antes penetre esta sencilla idea en su cabeza, será mejor para todos, para los parados, para la economía, para España, e incluso mejor para usted mismo”, fue el broche final de su discurso.


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