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Dos minutos y los que le echen

Dos minutos y los que le echen

Dos minutos: Microrrelatos     
José Alberto García Avilés          
2008    
Nº páginas: 160
Precio: 9 euros 

jueves 27 de marzo de 2008, 14:10h
Cada uno de estos microrrelatos cuenta una historia en seis líneas o en tres páginas. En ellos encontramos una variedad de acontecimientos, personajes y situaciones, presentados de una forma original y contundente. Son relatos dirigidos a un público joven e inquieto, que se adaptan perfectamente a la generación de Internet, caracterizada por la experiencia intensa, breve e inmediata.
Dos minutos: Microrrelatos consta de más de setenta textos narrativos breves. José Alberto García Avilés se nos presenta, con este libro, como un excelente creador de minificciones. Su aportación al género es ya importante. Tiene una aguda visión del mundo y un excelente sentido del lenguaje, y se percibe en sus creaciones el rumor de la creación cuando esta funciona con suavidad y, sobre todo, con alegría. La lectura de esta colección de microrrelatos es, pues, doblemente recomendable: nos lleva a conocer a un nuevo escritor y, al hacerlo así, nos permite experimentar el deleite que proporcionan los libros bien escritos, es decir, aquellos que desde su nacimiento parecen manifestar la intención de entablar un rico diálogo con el lector.

(Del prólogo de David Lagmanovich, Universidad de Tucumán, experto en microficción)


ALGUNOS MICRORRELATOS del libro


Ingenio
Un barbudo de unos 35 años sostenía un cartel en el metro: “Mi único crimen es tener hambre. No me importa que la gente no se pare a mirarme. No me importa no poder ducharme. Ni pasar frío. Lo que de verdad me importa es estar solo”. Esa mañana le contraté como creativo en mi agencia. A los tres meses ganamos la campaña de Airbún y poco después una idea suya fue León de Oro en Cannes. La semana pasada tuve que despedirle: era demasiado bueno.

Esos ojos

La abuela se levantó y fue a buscar unas cuantas patatas más. Comencé a pelar con menos prisa las que le quedaban. Escuché el crujido de unos pasos en la grava y pensé que era la abuela. De repente apareció él en el umbral. Me levanté. Nos quedamos mirándonos sin decirnos una sola palabra. Tan sólo clavábamos la vista en el otro. Él veía a una adolescente desconocida que tenía el cabello y la nariz de mi madre. Y yo veía a un hombre desconocido y envejecido, con grandes bolsas bajo los ojos. Era una versión decrépita del joven con uniforme militar que la abuela guardaba en un estante del salón. Pero en medio de aquella cara encontré unos ojos castaños como los míos. Y supe que nos quedaba el resto de nuestras vidas para hablar.

El reloj de arena

Orestes llegó con su señora al hospital. Había insistido en conducir él, aunque aún estaba convaleciente de la operación de cataratas. En la habitación 411 encontraron a Belén con Jorge y la criatura. Orestes le dio dos besos a su hija y estrechó la mano de su yerno, como tantas otras veces. Su mujer cogió al bebé en brazos –estaba despierta- y empezó su letanía de elogios. Casi inconscientemente, Orestes se palpó el estómago, la papada, y la piel seca de sus brazos. Volvió a apreciar con meticulosidad su deterioro. No apartaba la vista de la niña, aunque sin atreverse a mirarla con fijeza. El rumor de las conversaciones en la sala le pareció cada vez más distante, lejano. Poco a poco, Orestes fue escrutando a la niña con disimulada ansiedad. Los ojos legañosos, la boca babeante, las manitas, la pura inocencia conformaba la imagen simétrica e invertida de su tiempo. El tiempo que a partir de ahora ella consumía era el mismo que a él se le iba robando, escatimando, al dictado de una ley inapelable. Advirtió la crudeza de aquel reloj de arena. El diente que le saldrá es el que yo perderé; el centímetro que aumenta, el que empequeñezco; las luces que adquiere, las que en mí se extinguen; y cada año que cumpla, se me sustraerá a mí.
La niña rompió a llorar y Orestes sintió un escalofrío. Había empezado la definitiva cuenta atrás.

José Alberto García Avilés
(Granada, 1965), periodista y doctor en comunicación, ha trabajado como redactor de informativos de televisión y en la actualidad es profesor de Periodismo en Elche. Ha vivido largas temporadas en Dublín, Nueva York y Kuala Lumpur. Es autor de “Dos minutos: Microrrelatos”, que acaba de publicarse en la colección Dos veces cuento que dirige Joseluís González. Sus historias han aparecido en las revistas Quimera, Batarro, Atzavares, Ciudadela y Nuestro Tiempo, así como en la antología “Ciempiés. Los microrrelatos de Quimera” (2005).
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