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Divertidísimo, imaginativo y desmitificador espectáculo sobre el Rey Arturo y sus caballeros

Spamalot: una suma teatral y musical perfecta de Monty Pythons y Tricicle

Spamalot: una suma teatral y musical perfecta de Monty Pythons y Tricicle

martes 27 de octubre de 2009, 11:19h
Madrid ya tiene otra corte. Mucho más divertida que la real y Real. Porque se trata de la del rey Arturo, que por arte de birlibirloque se ha saltado las fronteras del espacio y del tiempo para revivir en forma del mejor, más talentoso y divertido musical que pueda disfrutarse: Spamalot. No podía ser de otra manera cuando se suma el ingenio de los Monty Phyton's al de Tricicle.
Ya el nombre con que Tricicle nos presenta en su versión teatral la película de 'Los caballeros de la Mesa Cuadrada' -similar en sus personajes pero no idéntica- orienta a la perfección de sus intenciones. Porque 'Spamalot' tiene su origen en los famosos 'spam' o correos basura, nombre tomado a su vez de esa mortadela básicamente "hecha con restos de mortadela de baja calidad", como se explica en uno de los diálogos.

De modo que desde el inicio de la representación en el Teatro Lope de Vega de Madrid, trufada toda ella con unos extraordinarios y sorprendentes decorados con un juego perfectamente adaptado a lo que acontece en el escenario, con felicísimos hallazgos muy en la línea de Tricicle, el espectador comienza a reír a mandíbula batida. Y así seguirá hasta el apoteósico final de la obra, de cuyo argumento, sólo previsible en parte, nada conviene adelantar a futuros espectadores.

De modo que este musical logra la cuadratura del círculo, porque gusta a los amantes de este excesivamente explotado género, pero también gustará a los que lo denostan, pues encontrarán la excepción. Lógico si se tiene en cuenta el derroche de creatividad  en los diálogos y textos -made in 'Mpnty Phyton' con aportaciones de Tricicle-, así como en los movimientos  individuales y corales de la obra.

De modo que, como es lógico, con este denominador común talentoso a tope, 'Spamalot' consigue la otra cuadratura del círculo: textos y música de gran nivel en su base y en su desarrollo en el teatro. Así sucede también con el equipo de actores-cantantes, que además de derrochar profesionalidad en cantidades industriales, se lo pasan extraordinariamente bien en escena, lo que se transmite en todo momento al patio de butacas.

Inconmensurable Rey Arturo/Jordi Bosch


De modo que sería injusto destacar uno por uno, pero es obligado, justo y necesario con un inconmensurable Rey Arturo, que encarna perfecto de dicción y medido sentido del humor Jordi Bosch; una fenomenal Dama del Lago, a la que da vida y voz -qué voz; eso es cantar e interpretar- Dulcinea Juárez, y  un ajustadísimo Lancelot, al que pone todo su esfuerzo Fernando Gil.

De modo que igual podríamos y deberíamos seguir con Víctor Ullate, Ignasi Vidal, Julián Fontalvo, José María Fontalvo, Lorena Calero y el resto de los actores que llevan ya varios meses de éxito en Barcelona, lo que se nota en la perfecta sintonía y rodaje de todos ellos, sin olvidar el extraordinario cuerpo de baile.

De modo que igualmente esta crítica quedaría incompleta sin remarcar a la gran orquesta de tres decenas de profesionales dirigida por César Belda -porque este no es un espectáculo enlatado, aquí todo es directo y en vivo- siempre al servicio de la música pegadiza pero también de calidad que compusieron los 'montyhythoneros' Eric Idel y John Du Prez.

Y de modo que, anotando también el trabajo escenográfico de Carles Pujol, de iluminación de Juli González, de sonido de Francxisco Grabde, de vestuario de Carles Solé y de caracterización de Toni Santos, todo en conjunto bajo la acertadísima dirección de Marc Monserrat, sólo resta por parte de quien esto firma aconsejar la imprescindible asistencia al, se insiste, el mejor musical que pueda verse y disfrutarse. Amén.
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