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Boyer, un heterodoxo desaprovechado

Boyer, un heterodoxo desaprovechado

lunes 29 de septiembre de 2014, 14:13h
Nadie se lo creyó hasta el minuto antes, pero el  todopoderoso ministro de Economía y Hacienda del primer gobierno de Felipe González tiraba la toalla. Lo dejaba todo. Era 3 de julio de 1985. Miguel Boyer estaba harto de pelearse con los suyos, quería ser vicepresidente como Alfonso Guerra y había encontrado de nuevo el amor. Un cóctel que le empujó a no dar marcha atrás a pesar de las súplicas de González, pero sobre todo de las de su amigo Carlos Solchaga, quien le sucedería en el ministerio. En el libro "El Provocador" que escribí junto a Ignacio Alonso, se relata cómo durante esa noche y hasta bien entrada la madrugada, Solchaga, al que se le unieron su esposa e Isabel Preysler, intentó por todos los medios posibles que no abandonara. "Tenemos muchas cosas por delante todavía por concluir. La privatización de Rumasa, la liberalización del sistema financiero, la entrada en la Comunidad Europea, la introducción del IVA, la reindustrialización del país", Solchaga insistía. Pero a Boyer, con la decisión ya muy meditada,  ninguna de estas circunstancias le motivaba a cambiar de criterio y encima no veía la recuperación de la economía por ninguna parte. "Crear empleo en esta coyuntura sería un milagro", le dijo. "Estoy bastante magullado". No había marcha atrás.   

La salida de Boyer del gobierno fue un auténtico terremoto. Abría la primera crisis oficial de un gobierno socialista y muchos frentes estaban abiertos. González ya se había metido en muchos charcos, pero esta dimisión  le abría una crisis interna que además habían provocado en gran parte Guerra y los suyos. Boyer se había curtido en muchas batallas. La primera, la expropiación de Rumasa, un proceso llevado con mucha prisa y que le deparó no pocos problemas con Ruiz Mateos, quien durante años le preparó todo una batería de acosos allá donde le pillara. También tuvo que aguantar comentarios de todo tipo a cuenta de su divorcio y relación con Presysler, así como de sus amistades. Para muchos socialistas, Boyer era un heterodoxo, tenía amistades peligrosas, la "beautiful people", y se salía demasiadas veces del guión. En realidad estaba más cerca de los postulados socialdemócratas que de los del "clan de la tortilla". Se dio cuenta enseguida que de que muchas de las recetas del socialismo se habían quedado rancias y como dijo una vez José Borrell en el Congreso olían a naftalina. Quiso corregir y no le dejaron.

Miguel Boyer fue un gran ministro al que no dejaron rematar la faena los entonces "radicales" del PSOE. Hizo sus pinitos como empresario, como consultor incluso de la fundación FAES del PP. Desaprovechado. En mi opinión, González se plegó al "guerrismo", del que después echaría pestes, y España se perdió un excelente vicepresidente, inteligente, culto y probablemente capaz de haber sacado antes a España de la crisis en la que estaba inmersa.


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